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Adiós a otro comercio histórico

La tienda de ultramarinos «El Molinet» bajará la persiana tras casi un siglo de vida en el centro

Adiós a otro comercio histórico

La cuenta atrás de uno de los negocios familiares más antiguos de Elche ha comenzado a correr. Un lugar que conserva la esencia de los comercios de toda la vida, donde es posible comprar casi cualquier cosa necesaria para el día a día y que se ha ganado el cariño de un gran número de ilicitanos que también han crecido con este establecimiento de ultramarinos.

«¿Cómo vas a cerrar después de tantos años?», «¿Qué vamos a hacer sin vosotros?». Los clientes de toda la vida de la tienda «El Molinet» todavía no dan crédito ante el inminente cierre de uno de los establecimientos con más historia de la ciudad. Su actual propietario vive los últimos días en la tienda que fundó su abuelo y, prácticamente, en el lugar que le vio nacer.

Cien años después de que este pequeño establecimiento iniciara su actividad en pleno centro histórico de la ciudad, el próximo sábado bajará la persiana definitivamente. «El contrato de alquiler finaliza en los próximos días y me obligan a hacer una reforma costosa, que no me compensa. Tengo 62 años ya y voy a jubilarme, después de más de cuatro décadas al frente del negocio», apunta José Moreno, el actual dueño.

Sin embargo, esta decisión también ha venido motivada por otros factores externos, que a su vez, lastran al resto de comercios de la zona. «Desde que el Mercado Central cerró, han bajado las ventas en torno a un 30% o un 40%. Esto ya no es lo que era», señala Moreno.

A las causas que han desembocado el cierre de la pequeña tienda de las Cuatro Esquinas se suma la falta de continuidad del negocio, por parte de las hijas del actual propietario, que han decidido continuar con sus carreras profesionales.

Y es que tres generaciones han sido las que han hecho funcionar este negocio, que abrió Matías Durá Díez y pasó por las manos de María Durá Pomares, hasta llegar a José Moreno Torres, conocido cariñosamente por sus clientes como Pepito.

«Mi padre me regaló la tienda cuando tenía quince años y desde entonces he estado aquí. Este lugar me ha dado vida», confiesa la madre del actual encargado, quien a sus 94 años de edad, todavía sigue queriendo ayudar a su hijo algunas mañanas. «Yo he sido la más vendedora de todos», recuerda María, entre la nostalgia de ver cómo el comercio que abrió su padre tiene los días contados. Una tienda, una familia y un lugar de tertulias para muchos que ahora dice adiós.

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