Lanzar un huevo a 18 metros de altura y que no se rompa puede parecer imposible, pero no lo es. Lo consiguieron ayer los estudiantes Ioan Gindea y Christian Nedelfme, de la Universidad Miguel Hernández, con el lanzamiento de un cohete totalmente artesanal.

Y es que el campus de la UMH ofreció ayer un espectáculo muy curioso para todos los que pasaron por la replaceta ubicada junto al aulario Arenals, donde alumnos del Grado en Ingeniería Electrónica y Automática Industrial mostraron un proyecto que se basa en el lanzamiento de un huevo propulsado por cohetes, que eran impulsado por agua. Tras el aterrizaje, el huevo, debidamente protegido, debía permanecer intacto. Si se rompía no suberan la prueba.

El profesor de la asignatura Fundamentos de Ciencia de los Materiales, Pablo Velázquez Castillo, explica que «este año hemos visto como los alumnos han propuesto nuevas plataformas de lanzamiento para que los cohetes cojan altura, ya que cuanto menos roce tenga el cohete con la plataforma mejor».

Además, añade el docente, «lo importante es la protección que se da al huevo, ya que son sistemas que después se pueden trasladar a los vehículos para proteger a las personas, o para transportar material a otros planetas con el lanzamiento de cohetes que no van a aterrizar». El docente recordó los sistemas que se quieren utilizar para lanzar cohetes no tripulados a Marte, donde no hay posibilidad de planificar una maniobra de aterrizaje.

Así, el objetivo que lograron los alumnos fue fabricar un cohete, impulsado por agua y aire a presión, que transportase un huevo de forma externa, al mismo tiempo que permanecía intacto. Los cohetes tenían que realizar un despegue vertical y tratar de llegar lo más alto posible, mediante el uso de una botella de plástico de 2 litros. Asimismo, tenían que aterrizar sin utilizar un paracaídas u otro dispositivo de parada e impactar directamente sin freno.

El estudiante Adrián Peña explicaba que «los cohetes los hemos elaborado con dos botellas de dos litros cortadas, una vez las unimos, después de colocar dentro el huevo, introducimos un cuarto de agua». Para el lanzamiento, añadía Alejandro Corberó, «inyectamos aire, y, al ejercer presión, el agua sale por debajo y hace saltar el cohete por los aires».

El cohete ganador fue el presentado por los alumnos Joan Gindea y Christian Nedelfme, tras alcanzar su proyectil 18 metros de altura en 5,76 segundos y permanecer el huevo intacto tras el aterrizaje.