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Inocentes tras 10 años de presuntos asesinos

El juez que disolvió el jurado por la muerte de un profesor de Elda subraya que no hay ni una prueba contra su viuda e hijo

Inocentes tras 10 años de presuntos asesinos

La decisión de disolver un jurado sin dejar siquiera que deliberara disolver un jurado anticipaba en diciembre que la sentencia que absuelve a los dos acusados de haber asesinado al profesor de Elda Miguel Lloret Candela sería contundente contra la investigación, la instrucción y la acusación pública en un asunto que ha tardado doce años en verse juzgado y que ha acabado en una iniciativa del magistrado inédita en la provincia, que se ha dado en contadas ocasiones a nivel nacional y que acaba poniendo negro sobre blanco que la viuda y el hijo menor del fallecido no pudieron ser los causantes de su muerte. No sólo eso, sino que no hay una sola prueba que fundamente la acusación que se ha sostenido desde 2006, a buen seguro suponiendo un calvario para los acusados, que habrán sumado al dolor de la pérdida el temor de poder verse condenados a 20 años de prisión por asesinato con agravante de parentesco. Además, dice la sentencia del magistrado José de Madaria, presidente de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Elche, que los investigadores dejaron sin resolver incógnitas que resultan claves para saber lo que ocurrió la noche en que murió el conocido profesor eldense, hasta el punto de que no puede saberse si lo que ocurrió fue un asesinato o un homicidio por imprudencia a causa de un atropello accidental del que se hubiera dado a la fuga el culpable.

La acusación planteaba de forma provisional y sostuvo al término del juicio que la mujer y el hijo de ambos se reunieron con el hombre en un bar de La Mata una noche de enero de 2003, que le esperaron a la salida y le embistieron con el coche dejándole moribundo tirado en la calle. La sentencia dice que eso es imposible porque ella atendió una llamada telefónica al fijo minutos antes de ese supuesto encuentro en su casa de Petrer y él asistió a una fiesta de cumpleaños con amigos que han testificado que allí estuvo.

Lo que se sabe cierto y son hechos probados es que Miguel Lloret fue hallado muerto con 71 años en una calle de La Mata y que falleció por un traumatismo craneoencefálico producido por un atropello de un coche que no ha sido identificado.

«Ausencia absoluta de prueba de cargo» dice la sentencia. En ella, el magistrado expone que el fallecido tenía en una mano cabellos de alguien que no ha sido identificado, que en su camisa había sangre de un desconocido, que se encontraron restos de semen en su ropa interior y arena en el cuerpo o que presentaba una tasa de alcoholemia de 2,21 gr/l de aire espirado que pudo influir en que fuera atropellado... Al no aclararse esos elementos no hay pruebas siquiera de cómo ocurrió el fallecimiento.

Por ello inicialmente se sobreseyeron provisionalmente las actuaciones, aunque se reabrieron a finales de 2005. El magistrado presidente del jurado subraya que es normal que los acusados -ahora absueltos- se mostraran nerviosos y que no es sospechoso que se encontrara en la casa un colgante de Alcohólicos Anónimos que solía llevar el fallecido (puesto que había residido allí hasta que se separó y no se ha probado que lo llevara el día en que murió). El móvil de los celos que suponía la acusación no se ha dado tampoco por suficiente, ni se ha considerado creíble la manifestación de la mujer con la que mantuvo una relación en sus últimos meses de vida. En definitiva, que no correspondía seguir adelante con un tribunal del jurado que se había llegado a suspender en dos ocasiones (por la ausencia de un abogado y por un defecto en la transcripción de las escuchas telefónicas, alargando con ello un proceso que el abogado de la defensa, José Pedro González, siempre ha mantenido que era inconsistente) y que deriva ahora en esta sentencia, contra la que cabe recurso de apelación.

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