Cree firmemente en la detección precoz como base para anticiparse a las agresiones machistas. De hecho, ayer respaldó in situ el trabajo que realiza el ciclo superior sobre igualdad impartido en el instituto Victoria Kent de Elche, pionero en la Comunidad Valenciana. La que fue directora del Instituto Nacional de la Mujer aboga por visibilizar la violencia de género y por especializar a cada uno de los agentes que intervienen en esta lacra social, como jueces, abogados, policías, educadores y personal sanitario.
Tres nuevas víctimas mortales en tan sólo 24 horas y 48 casos en lo que va de año, ¿qué está pasando en la sociedad?¿hay un efecto llamada?
La violencia de género está sostenida durante todo el año. Estamos ante fenómenos diferentes, agrupación, mucha violencia y menores. Este año llevamos un reguero de hijos e hijas asesinadas junto a sus madres. Lo que es evidente es que hemos bajado la guardia en la lucha contra esta lacra social. El primero ha sido el gobierno de España que ha recortado los fondos destinados a la prevención un 28%. Además de haber ocultado todo lo que tuviera que ver con la violencia de género, no la nombra. Hace treinta años existía la misma o incluso más, y durante todos estos años nos hemos esforzado para visibilizarla. La violencia de género es un delito público y tiene que resolverse desde ese ámbito.
¿Cómo deben actuar las instituciones públicas para evitar que el maltrato se quede dentro del ámbito doméstico?
Hay que deshacer todo lo que hemos hecho mal, hay que volver a reponer los recursos. Las partidas ya eran insuficientes antes de ser recortadas , por lo que hay que incrementar los recursos. Hay que especializar a las personas que intervienen en la violencia de género, tanto jueces, fiscales, políticos, policía, personal sanitario, educadores, abogados en el turno de oficio... Si ellos no saben lo que es, ¿cómo van a poder intervenir correctamente? Más recursos, más formación y más educación en igualdad es lo que hace falta. Es necesario un nuevo pacto, como el que hicimos en 2004 y unir a la sociedad, reconocer que el problema no lo hemos solucionado, sin que nadie se escaquee. Estamos abandonando a las víctimas y ocurrirá lo mismo que ahora, que no denuncian y que el drama se silencia.
¿En qué se ha fallado?
El principal problema es que las medidas que hemos adoptado hoy en día están pensadas para cuando las mujeres dan el paso para denunciar. Pero, de las 600.000 mujeres que hay víctimas, sólo 126.000 presentaron denuncias en el año 2014. Tenemos que adelantarnos y ahí tienen un papel muy importante los ayuntamientos. Se están otorgando menos órdenes de protección que antes. Volvamos a tensionar a jueces y fiscales, a la policía, volvamos a meter dinero y a tener campañas de sensibilización. Es vital recuperar el consenso político y social que dio pie a la ley de 2004 y que diez años después hay que volver a reeditar. Como el hecho de hacer visibles a los agresores, colocarlos en el foco.
¿Qué responsabilidad han de tener las comunidades y consistorios?
A nivel autonómico, tienen la responsabilidad de proteger a la mujer y de acompañarla. Los servicios de acompañamiento no están siendo del todo eficaces. Hay que revisar los protocolos. No hay recursos de recuperación psicológica, ni en nuestro país, ni en nuestra Comunidad. Los ayuntamientos tienen una función clave, desde Servicios Sociales, las organizaciones de mujeres, los médicos de cabecera, el policía local... lo tienen más fácil para detectar dónde hay violencia de género, que la Generalitat. Hay que dotar de recursos a los ayuntamientos para elaborar un plan de detección precoz.
¿Qué opina de la aparición de violencia de género desde la adolescencia?
Desgraciadamente a la siguiente generación ya le hemos pasado el testigo. Su manera de ejercer la violencia no tiene que ver con nuestros abuelos, pero el modus operandi es el mismo. El machismo se adapta en los tiempos en los que vive. Tenemos que enseñar a las jóvenes a detectar lo que es amor y lo que es sumisión. A ellos hay que enseñarles otros valores de masculinidad. Los hombres tienen que implicarse en la lucha de la violencia de género, porque son parte del problema, pero también son la solución. Si no, difícilmente podremos ganar esta batalla.
