Elche cuenta desde el pasado lunes con una ordenanza en vigor que regula el uso y disfrute de los parajes naturales municipales -en concreto, el Clot de Galvany- con normas de lo más restrictivas que, en beneficio de la conservación medioambiental, imponen un uso muy limitado de la zona para los visitantes. Ni acceder a la zona por la noche, ni por supuesto acampar o pernoctar, llevar mascotas o animales de compañía (mucho menos si se trata de especies exóticas), ni comer ni beber fuera de los espacios habilitados y señalizados, fumar... Algunas de las restricciones ya estaban en vigor y otras se suman, hasta el punto de marcar que sólo se debe acceder a pie y además caminar a ritmo de paseo (la entrada de bicicletas ya estaba prohibida, aunque no siempre se respeta, y si por problemas de movilidad se accede con un medio motorizado se debe adecuar al ritmo del peatón), pero también prohibe proferir voces o generar sonidos o ruidos que puedan suponer una molestia a la fauna, llegando a marcar que las conversaciones deben de mantenerse a corta distancia y no ser inteligibles a distancias superiores a dos metros.
La ordenanza permite garantizar un uso público «ordenado» de los espacios protegidos compatible con la conservación de la gea, la flora y la fauna propias del entorno y afecta por el momento a un único espacio, el Clot de Galvany, según concreta el concejal de Sostenibilidad Ambiental, Antonio García (Compromís), puesto que los parques naturales de El Hondo y Las Salinas de Santa Pola ya cuentan con su propia regulación y no hay por el momento más parajes naturales municipales (aunque el edil plantea que a largo plazo pretende incluir también el Pantano).
La visita con mascotas es una infracción especialmente grave si no están sujetas con bozales y correas de un máximo de un metro de longitud (no valen las enrollables), en la línea de impedir que se moleste o dañe la fauna o la flora. Se prohíben con esa misma intención la manipulación de refugios o lugares de cría de los animales, capturar ejemplares vivos o muertos, ahuyentarlos, darles de comer... En cuanto a la flora, no está permitido recolectar especímenes, ni siquiera sus restos, así que nada de recoger flores. Tampoco fósiles, ya que se debe proteger la gea.
Heredada
El concejal añade que la norma quedó redactada en la pasada legislatura y que el PP no la llegó a tramitar, por lo que al estar de acuerdo con su contenido el actual equipo de gobierno la ha heredado y la introdujo en el orden del día del pleno de septiembre, considerando que «es positiva para que los ciudadanos conozcan bien lo que se puede y no se puede hacer, poniendo de relieve que son espacios protegidos y que hay que interactuar con ellos teniendo en cuenta el impacto humano», según el concejal, quien subraya que «refleja la importancia que se le debe de dar a la protección de esos espacios, que son pocos y muy valiosos y que pueden ser los únicos para especies en peligro de extinción; no les damos la importancia que merecen». El concejal ejemplificó con que socialmente está aceptado que no se debe hacer un picnic en las ruinas de un castillo, y sin embargo cuando se trata de un escenario medioambiental en lugar de histórico para algunos es más confuso.
Reparar
La ordenanza establece la obligatoriedad de reparar los daños y sanciones económicas, que alcanzan los 600 euros si son muy graves o reiteradas y que en algunos casos se pueden sustituir por trabajos en beneficio de la comunidad, preferentemente dentro del paraje natural. Antonio García concreta que el Clot de Galvany tiene personal específico para vigilar el uso que los visitantes hacen del paraje y que está en proyecto la creación de una brigada de medio ambiente a lo largo de la legislatura, que podría hacerse cargo en el futuro de controlar el cumplimiento de la norma.
