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Invisibles pero presentes

Distintos colectivos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos son fundamentales para que las representaciones se desarrollen correctamente

Invisibles pero presentes

En el Misteri d'Elx hay grupos de trabajadores que también contribuyen a que todo salga a la perfección, pero que nunca acaparan la atención mediática. Su labor no es tan protagonista como la de apóstoles o escolanos, ni tampoco como la del personal de las tramoyas. Algunos de estos colectivos en los que casi nadie se fija, pero que sin ellos tampoco sería posible La Festa, es el de las azafatas, los electricistas o los consuetas, por citar algunos.

Mila Asencio es la coordinadora de azafatas y se encarga de 14 mujeres, de entre 20 y más de 50 años. Se distribuyen dos por cada zona de la basílica de Santa María. La labor de este grupo de trabajadoras básicamente es acercar a la gente a su asiento, vigilar que no se utilicen las sillas o bancadas reservadas y ayudar a colocar a las autoridades en las distintas tribunas.

Alba Martínez y Laura Brotóns son de las más veteranas en estos puestos. Desde 2006 son azafatas y tanto ellas como el resto de compañeras tienen alguna vinculación familiar con el Misteri. Mila Asencio, por ejemplo, lleva desde el año 2000 ligada al drama asuncionista y antes ejercía como coordinadora de las madres de los escolanos

«A mí encanta saber que puedo aportar mi granito de arena», declara Laura Brotóns, quien antes era niña de la Escolanía.

Del 11 al 13 de agosto, en las escenificaciones extraordinarias, sí permanecen las 14, pero ya en días como ayer y hoy, con sesiones no de pago y sí de acceso libre, tan sólo permanecen cuatro de ellas. Es entonces cuando, si quieren, pueden ver el drama sacro-lírico ya como un espectador más.

Antonio Pérez es consueta y desde el año 1998 aproximadamente «controla» la puerta mayor de la basílica. Hay más consuetas repartidos por la basílica y cada uno tiene una labor diferenciada de apoyo. En el caso de Pérez, él se encarga de abrir y dar paso a los apóstoles y de que estén en su sitio.

«Casi todos los años hay anécdotas. La gente se asoma por los pequeños ventanales y se escuchan auténticas barbaridades», señala Antonio Pérez, quien recuerda cómo una vez le tocó ir a buscar al malogrado Francisco García Linares a la Casa de La Festa, ya que como Santo Tomás se había despistado.

Otro de los imprescindibles es Antonio Sánchez, jefe de electricistas y con 58 años de trabajo en el Misteri. Empezó a los 14 y sigue al pie del cañón acompañado incluso de su nieto, es decir, la cuarta generación que se dedica a esto.

«Quien tenga vértigo no puede trabajar en esto», relata Antonio Sánchez, también con numerosos recuerdos.

Son algunos de los profesionales que también lo dan todo, pero en un plano menos vistoso, por el Misteri, para que salga todo siempre lo mejor posible

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