La Policía Nacional sigue las investigaciones para esclarecer uno de los hechos que más comentarios ha suscitado en los últimos meses en la ciudad: el intento de robo al Banco Popular de la calle Jorge Juan. A pesar de que los agentes que están investigando el caso creen tener identificados a los presuntos autores de este intento de robo -y que podrían formar parte de una experimentada banda del Este especializada en este tipo de hechos delictivos-, las detenciones se están «resistiendo», según confirmó ayer mismo la Comisaría, y los efectivos del equipo de Policía Judicial continúan trabajando para localizar a los cerebros de un «golpe» que estuvo a muy poco de hacerse realidad.

Una de las cuestiones que más ha asombrado a quienes han tenido acceso al interior del túnel es el amplio conocimiento que los «constructores» tenían sobre la elaboración de un pasadizo de 150 metros de largo perfectamente diseñado y por el que precisamente huyeron los «cacos» en el momento en el que se encontraban en el interior de la sucursal bancaria y fueron sorprendidos por la Policía. El túnel -a cuyas imágenes ha tenido acceso INFORMACIÓN- estaba excavado a ocho metros de profundidad con el claro objetivo de no tropezar con ninguna conducción de agua, electricidad o telefonía que pudiera desatar la alerta respecto a lo que los ladrones estaban tramando. Además, el hecho de que el «zulo» tuviera unas dimensiones de dos por dos de ancho hace pensar en que los autores del robo tienen una importante envergadura física y que, probablemente, habían invertido cerca de dos meses en realizar el pasadizo.

El descubrimiento de este túnel, excavado en el interior de una casa que ha estado deshabitada durante mucho tiempo y que fue alquilada hace unos meses a su propietario, provocó una lógica sorpresa entre los vecinos del barrio y entre los residentes de las casas cercanas, quienes pensaban que se estaban llevando a cabo obras de remodelación en la casa y nunca sospecharon que los escasos ruidos procedentes del inmueble escondían una sorpresa de tales dimensiones. Una vez pasado el asombro inicial, los vecinos confesaban que la presencia permanente de una patrulla de la Policía Nacional custodiando la puerta de la casa de la calle Calderón de la Barca -ubicada a poco más de una manzana en línea recta desde la entidad bancaria- les daba cierta tranquilidad, aunque en estos momentos la sensación de inseguridad ha comenzado a cundir en un barrio en el que hay multitud de casas deshabitadas.