Diez años de recorrido, y el primero con reconocimiento oficial, han hecho que el Máster Universitario en Administración y Dirección de Empresas-MBA haya roto con el protocolo académico y convertido su acto de graduación en una realidad cercana a sus planteamientos teóricos y prácticos vividos intensamente, desde el pasado mes de septiembre, por 40 jóvenes alumnos, «la mayoría de ellos españoles, pero también con participación desde Rusia, Rumanía, Brasil y Venezuela. El máster ha logrado reunir a estudiantes con empresarios y profesores, dentro de un recorrido innovador que hace que la presencia del industrial no sea testimonial, nos apoyamos en ellos y en sus realidades que, indiscutiblemente, en muchas ocasiones, son más importantes que los planteamientos teóricos que se imparten», asegura José María Gómez Gras, director del máster en ADE de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

La singularidad de los objetivos y la filosofía de vida con la que ha ido creciendo el curso de posgrado ha generado direcciones de amplias miras que «nos permite comprobar que en las empresas debe de haber un examen diario y un trabajo que se necesita vivirlo con ganas, con gozo y con ilusión», continúa Gómez Gras, al tiempo que matiza que «con los casos que se analizan y que se estudian al detalle tratamos de reivindicar la cultura del esfuerzo, la grandeza de esas empresas y empresarios que han logrado sobrevivir a su particular historia llena de altibajos». La fuerza de voluntad que guía un recorrido que va más allá de lo inmediato, con pasos válidos y consistentes por encima de lo estrictamente económico. «Nuestro curso ha sido, también, una manera de reivindicar con dignidad la historia de las personas y de las empresas cuyo proyecto ha salido adelante, pero teniendo en cuenta siempre una serie de valores que hay que transmitir. Nuestra idea es que los jóvenes estudiantes, los futuros empresarios, manejando todos estos productos formativos que les facilitamos consigan incorporar nueva savia en el futuro inmediato y logren salir adelante en las empresas en las que trabajen o poner en marcha sus propios proyectos».

Para el también catedrático de Organización de Empresas de la UMH, José María Gómez Gras, en los intensos meses de trabajo y estudio con los participantes del máster ADE-MBA ha habido un referente por encima del resto, el empresario ilicitano Antonio Vicente, presidente y fundador de la firma Panama Jack.

Ejemplo y apuesta

El presente 2014 marca en el calendario los 25 años de existencia de Panama Jack, «una empresa adelantada a su tiempo, un ejemplo de dirección estratégica y una apuesta sobre unos cimientos claros», según el director del máster. Quizás, por todo ello, detrás del recorrido histórico de una marca internacional hay también un nombre propio, que ha ido creciendo a lo largo de los 40 años y que ha vivido de cerca la evolución de un sector donde, por encima de todo, «la base, el pilar, es la ética, la seriedad y la coherencia que el cliente, después de 25 años si hablamos de Panama Jack ó de 40 si queremos hacerlo de Antonio Vicente, siga comprobando que lo que prometes lo cumples», explica el reconocido empresario ilicitano. «Más que el éxito, más que la marca, lo realmente importante ha sido año tras año cumplir con tu palabra... incluso, aunque algunas veces no te guste».

Por unos instantes se mira al espejo de sus 65 años y la serenidad de sus palabras hace que Antonio Vicente repita un sentimiento pegado al concepto de «ética», un espíritu de comportamiento que implica desde el trato con los trabajadores hasta la mirada hacia el exterior. Quizás, por todo ello, la conferencia del presidente de Panama Jack, el mensaje personal que hoy quiere hacer llegar a los estudiantes que han terminado el máster, se basa en «La ética, un valor en alza». «Para mí es una satisfacción poder hablar a la gente joven, transmitirle mi experiencia y dejarles muy claro que la aptitud es fundamental, que no nos podemos quedar rezagados y que hay que trabajar mucho mejor que bien. La aptitud -añade Antonio Vicente- es imprescindible para mejorar todos los días, para tener avidez de aprender y de saber, e intentar ser cada vez más profesional. Mi jefe, que es muy grande, es el mercado; marca las pautas y yo tengo que ir por delante de él». Sin quererlo, los recuerdos le llevan a los inicios como administrativo o a la relación con empresarios del ayer como Miguel Hernández o Narciso Caballero. Elche se caracterizó por gente que hizo del calzado su vida y la vida de muchos trabajadores, creciendo a fuerza de horas y buscando siempre una salida que fuera un poco más allá de la realidad en la que se estaba inmerso.

Inicios y presente

Más allá de las cifras (15.000 pares todos los días), de los años como líderes de venta o de la recuperación actual, de su apuesta por la fabricación desde Elche o de su constante lucha porque casi nada de lo de ayer se parezca a lo de hoy, Antonio Vicente tiene presente los años de zozobra o el período de incertidumbre bañado por la estancia en China, las reconversiones con despido de personal, pero también sus inicios... «donde no eras nada, o menos que nada, económicamente y había que conquistar minuto a minuto a la gente, pidiendo su confianza, y esperando cada día, cada hora, tener la oportunidad de demostrar en lo que creías. Aquella época me dio la oportudidad de conocer la magnitud de la gente honrada y eso es fantástico. Ahora, estamos bien, estamos asentados en el parque empresarial y vamos asumiento nuevos retos con satisfacción, pero cuando no tienes nada, una ayuda se agradece. Todo eso me ha ayudado a saber analizar la realidad cuando las cosas van mal. Y todo esto es bueno para que los jóvenes, que no han pasado por dónde he pasado yo, lo sepan y reconozcan su importancia». Insiste en que la competencia apenas te deja respirar, pero que hay que ser fiel a una mismo. «No aposté por la importación, lo hice por la fabricación nacional... y hoy me siento contento y feliz, aunque también podría haber desaparecido la empresa. Somos, en la actualidad, la única marca que fabrica únicamente en España e, incluso, estamos con más solidez y recuperando cifras de ventas de hace años», concluye Antonio Vicente mientras entre sus palabras se vuelve a colar el respeto, la aptitud y el afán permanente por mejorar en cualquier empresa, sin la obsesión permanente por «la inmediatez económica en los resultados».