El PSOE de Elche dejó pasar en la manifestación del 1 de Mayo una oportunidad de oro para escenificar cierta unión en un partido que se desangra pura y llanamente por intereses personales; a eso le llaman luchas de familias. Era triste comprobar cómo en la pancarta principal iban de la mano, entre otros, Alejandro Soler, Antonio Rodes o la propia Blanca González, los tres de la misma cuerda política, aunque sea simplemente por la suma de militantes. Puede ser que sea lo habitual en estas macroconcentraciones, pero desde luego les faltó cierta habilidad para transmitir a los viandantes-simpatizantes esa esperanza de un pacto entre los diferentes sectores que aspiran a colocar su candidato de cara a las próximas elecciones municipales. Por una vez, sin que sirva de precedente, podrían haber caminado un poco más cerca todos los «presuntos aspirantes» a disputar la Alcaldía a Mercedes Alonso.
Pero no. La triste realidad es que dos de los favoritos en esa carrera hacia ninguna parte ni siquiera caminaban juntos, no fuera a ser que su proximidad diera malos entendidos a una militancia en alerta y hasta las narices de los presuntos tejes y manejes de la actual ejecutiva local, con el secretario general a la cabeza. La investigación por las supuestas afiliaciones masivas irregulares ha provocado un verdadero terremoto. Quizá por eso Carlos González -entre los favoritos al triunfo- iba en tierra de nadie y la propia María Dolores Asencio caminaba más sola que la una; igual por expreso deseo y para que nadie le hiciera sombra, que son legión. Y Ramón Abad, ¿por dónde andaba? Pues mezclado en el centro de la manifestación al más puro estilo Federico Buyolo, que como conocerán nos tiene acostumbrados a ir por libre. Aunque Abad ya coquetea algo más con Soler, al menos es lo que se comenta en los mentideros del partido.
Son detalles que desde la dirección local no se cuidan o no se quieren cuidar. Ya saben que en las guerras al enemigo no se le da ni agua. En lo que sí parece que hay cierto consenso entre los socialistas es que nadie quiere que Valencia pueda imponer una gestora -candidato a dedo- lo que podría dinamitar un partido, cuya pólvora está desparramada por toda la agrupación; sólo falta una chispa para que explote. Hablamos de una plaza muy importante para unas elecciones, ni más ni menos que la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana. Es decir, el PSPV tiene que mirar con lupa todos sus movimientos porque es evidente que les ha salido un grano en las partes pudendas.
Mientras tanto, en el PP se dan palmas. No hay más que ver a la alcaldesa, vestida de flamenca -como es ella- bailoteando al ritmo que le marca el palmero de la corte ilicitana, o mejor dicho, el coordinador de Cultura Pablo Ruz, que no deja de demostrar su devoción hacia la primera autoridad municipal en cuanto tiene oportunidad.
La progresión de Mercedes Alonso es meteórica. Debe ser porque es de los pocos pesos pesados del partido sobre quien no pesa una imputación, aunque el día 13 de mayo deba declarar como testigo en la presunta financiación ilegal del PP en la campaña de 2007, vamos el llamado y eterno caso Gürtel.
Antes de esa declaración, el día 6 de este mes, la presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha y secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, la presentará en Madrid en sociedad -primero fue en Valencia con más de 300 personas entre políticos y empresarios- dentro de unas jornadas que organiza Nueva Economía Fórum. Quizá lo de menos sea su discurso -salvo sorpresas, lo dedicará a la promoción de Elche y a alabar los logros de su gestión- y sí el detalle de que no sólo la alcaldesa ilicitana ha tomado las riendas políticas de la provincia -la regidora de Alicante Sonia Castedo está más preocupada en defenderse por el presunto amaño del PGOU que en liderar realmente algún proyecto político conjunto-, sino que ya ha plantado el huevo en la capital del Turia y ahora aspira a cotas muy superiores presentándose en donde realmente está el centro del poder: en la villa y corte.
No ha sido casualidad que fuera la única ponente de la provincia en la convención que recientemente celebró el partido en Valencia. Y Fabra, de momento, la quiere a su lado, quizá por sus desencuentros con el vicepresidente del Consell y presidente del PP de Alicante, José Císcar. Hay que recordar que la alcaldesa ilicitana frenó el nombramiento como presidente de IFA de Manuel Fernández, empresario del sector del metal y la apuesta del vicepresidente del Consell. Un pulso que ganó la regidora al elegir, entre cinco candidatos posibles, a Manuel Román, que es el hombre de «consenso» que preside ahora la Institución Ferial Alicantina. Ella quería a alguien más de su cuerda, pero aceptó al final que fuera el empresario ilicitano y dirigente de la Asociación Española de Empresas de Componentes para el Calzado, porque tampoco le interesaba tensar más una cuerda que al final podría perjudicar sus legítimos intereses de seguir progresando políticamente. No quiere problemas ni conflictos locales, como ha quedado demostrado con el parón que ha dado al polémico proyecto del Mercado Central. Y es que las catas arqueológicas le sirvieron de refugio, y bien que se ha parapetado en ellas. Hasta proyecta hacerlas visitables y que sea un reclamo turístico más para la ciudad.
Además, hay que poner la semilla si se quiere recoger o aspirar a metas superiores. Aliada ahora con Fabra, en el supuesto que el presidente se diera un batacazo electoral, entra en todas las quinielas junto a otros candidatos. Pero ya estar en la partida es todo un logro. Como me comentaba con sorna algún concejal de su grupo, «sería una pérdida para Elche, pero una gran presidenta para la Comunidad Valenciana».
