Las Cantigas de Santa María son un conjunto de composiciones en honor de la Virgen que constituyen el principal cancionero religioso medieval de la cultura galaico-portuguesa. Fueron reunidas a mediados del siglo XIII por iniciativa de Alfonso X El Sabio, al que se atribuye también la autoría de muchas de ellas. Hay cantigas dedicadas a las fiestas de la Virgen, como Santa María de agosto, o a las de Cristo, y otras llamadas «de loor» o alabanza a la Madre de Cristo. Pero una gran parte narran milagros obrados por la Virgen en diferentes situaciones y ciudades. Las cantigas, en un número aproximado de 420, se han conservado en cuatro códices: el de la Catedral de Toledo (hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid), dos de la Biblioteca de El Escorial y un cuarto custodiado en la Biblioteca Nacional de Florencia. Precisamente, el último mencionado y uno de los de El Escorial destacan de manera especial por las miniaturas que ilustran las cantigas y que constituyen un riquísimo programa iconográfico de la época, que se une al valor literario y musical de estas creaciones medievales.

Entre las cantigas conservadas existen tres que relatan milagros acontecidos en Elche. En primer lugar, la Cantiga 126 que nos cuenta como un soldado que defendía el recinto amurallado de nuestra ciudad, claramente caracterizado por unas palmeras, fue herido con una flecha que le atravesó los «ossos da faz», los huesos de la cara. Sus compañeros le socorrieron e intentaron extraerle la saeta, pero sin éxito. Ni siquiera los complejos artilugios usados por los médicos surtieron efecto. Pero llevado ante el altar de Santa María, representada, como en todas las cantigas, mediante una imagen sedente con el Niño Jesús en brazos, ésta, acompañada de dos ángeles, le extrajo la punta de la flecha como en un sueño: «Como sabéis, en Elche una vez, Santa María curó a un hombre de una herida que le hizo una saeta; de toda herida y dolor bien puede curar la Virgen, sin dudar».

La Cantiga 133 vuelve a relatar un milagro de nuestra ciudad, que, de nuevo, está representada mediante una palmera, constituyendo, junto con la composición anterior, la muestra gráfica más antigua de la presencia de palmeras en Elche. Se titula «Esta é de cómo Sancta Maria ressucitou hûa minynna que levaron morta ant'o seu altar» (Esta es de cómo Santa María resucitó una niña que llevaron muerta ante su altar). Cuenta como una niña que fue a beber en una acequia que pasa por la ciudad, sin duda la Acequia Mayor, cayó en ella y se ahogó. Sus padres, desesperados, condujeron su cuerpo a la iglesia para orar por su alma. Sin embargo, Santa María obró un milagro y resucitó a la niña que, en la última de las viñetas que ilustran la composición, se une a sus padres y a toda la población en acción de gracias a la Virgen.

Curiosamente, un milagro muy similar se repitió en 1693, según recoge el P. Juan de Villafañe en el capítulo dedicado a la Patrona de Elche de su obra sobre las imágenes de la Virgen en España (1741). En esta ocasión fue una niña de pocos años, llamada María Magdalena Perpiñán quien, al querer lavarse las manos en la acequia que pasaba por el interior de su casa el día de Viernes Santo, cayó en ella y la corriente la arrastró más de cien pasos. Sacada de la acequia en la plaza de Santa María, fue colocada sobre el altar de la iglesia y al momento volvió en sí. Preguntada la niña, manifestó que una Señora con una corona en la cabeza la llevó de la mano al tiempo que le recomendaba no beber de la acequia pues el agua «es salada y muy sucia». La niña identificó a esta Señora con la imagen de la Virgen de la Asunción en la misa de Pascua a la que acudió con sus padres a dar gracias por el favor recibido.

Finalmente, la Cantiga 211, conservada únicamente en el códice florentino, nos relata que «la Reina de la piedad hizo un gran milagro en una ciudad llamada Elche, como pudo comprobar la gran cantidad de gente que estaba presente». Los ilicitanos se percataron en la misa de la fiesta de Pentecostés o Pascua Granada que el cirio pascual de su iglesia estaba muy consumido únicamente por uno de sus lados, de manera que aparecía a sus ojos «queimado muito dûa parte e mui menguado». Y Santa María obró el milagro de hacer venir un enjambre de abejas que con la cera que producían volvieron a recomponer el cirio.

Precisamente, el hecho de que la Capilla del Misteri d'Elx introdujera en su tradicional concierto de Navidad de 2012 una cantiga de Santa María de las llamadas de loor o exaltación de la Virgen, hizo concebir la idea de presentar en el concierto del presente año una adaptación de las tres cantigas que cantan los milagros realizados en Elche y que por vez primera podrán oírse juntas en nuestra ciudad. Con ello, además de ampliar su propio repertorio con temas locales, los cantores y maestros de la Capilla han querido recordar las gracias recibidas a lo largo de los siglos por intercesión de María, a la que cada agosto evocan magistralmente en su Tránsito, Asunción y Coronación, en su Festa de la Mare de Déu d'Elx.

*Joan Castaño es patrono y archivero del Misteri d'Elx.