Las historias de Elche, la de sus protagonistas, la de los hechos que se acumulan y que llenan momentos con un acento especial o aquellos que pasan desapercibidos por la rapidez con la que se vive en la actualidad; las historias del municipio, desde hace, sobre todo, tres siglos, que sirven para contemplar cómo se ha crecido y cómo se ha llegado a ser lo que hoy es la ciudad de las palmeras... y las historias de los nombres propios, los que se han escrito o se escriben con mayúsculas porque han ayudado a mantener firme el rumbo, y los que desde la humildad y la reserva personal han sumado constantemente en la convivencia de los ilicitanos. Todo ello se encuentra recopilado, archivado y reflexionado desde la Cátedra Pedro Ibarra, que la Universidad Miguel Hernández de Elche puso en marcha ahora hace cuatro años (finales de 2009).
Los objetivos iniciales, fomentar e impulsar la investigación sobre la ciudad de Elche y contribuir a un mejor conocimiento de todo lo que tiene que ver con la realidad ilicitana, se han ido perfilando a través de coordenadas contemporáneas, «porque estamos haciendo algo tan tradicional como es una enciclopedia pero con la particularidad de que no tiene final. Es una base de datos inacabable, donde cualquier ámbito de la sociedad tiene su espacio: política, cultura, deportes, arte, tradiciones... Todo esto sería imposible hacerlo en papel y, además, lo que pretendemos es generar conocimientos», explica Miguel Ors, director de la cátedra Pedro Ibarra que, junto a José Vicente Castaño, en calidad de secretario, han creído desde antes de su puesta en marcha en este proyecto que se «ha convertido en el más amplio archivo digital sobre la ciudad, recopilando desde biografías, hemos superado las 3.500, fotografías de nuestro entorno, con unas 5.300 imágenes, y desde hace poco con sonidos (documentos de audio, 116) y vídeos (28)», añade el director de la cátedra, al tiempo que matiza que «la mayoría de los fondos pertenecen a los tres últimos siglos, aunque también de forma menos habitual hay biografías y patrimonio relacionado con siglos anteriores, especialmente del XIII al XVI».
Esta amplia memoria digital de Elche es cada vez más conocida y utilizada en busca de datos, textos o imágenes. En el corto recorrido realizado han ayudado a su configuración unas 25 personas, cediendo parte de sus colecciones privadas o escribiendo algunos textos. Y junto a ellos, en la actualidad dos becarios, Gema Rubio Navarro y Rafael McEvoy Bravo, apasionados de las letras y de la posibilidad de mirar hacia atrás para confirmar realidades o descubrir la fecha y sus protagonistas de la historia más reciente. Así, además, como explica José Vicente Castaño, su utilidad va en aumento, y «mientras el año pasado se alcanzaron los 4.245.000 consultas, ya se han superado los cinco millones en la actualidad; algo semejante ocurre con las visitas, 108.000 en 2012 y más 170.000 visitantes ahora».
Las consultas se suceden, se intentan localizar de manera puntual a ciertas personas o acceder a álbumes particulares... lo que permite, sin duda, en la mayoría de las ocasiones, descubrir una ciudad que no se conoce realmente; y, a nivel estadístico, también, como nombre propio más buscado se encuentra el de Manuel Miguel Hernández Manresa, hijo del poeta oriolano, Miguel Hernández. «Es mucha la riqueza que se puede encontrar y son muchas las personas que nos ayudan, hasta el punto -continúa José Vicente Castaño- de que ya es una referencia documental de la ciudad y, en el futuro inmediato, pretendemos también establecer colaboración con otras instituciones o centros de documentación».
Miguel Ors reconoce que el presupuesto es de 12.000 euros, con las subvenciones y ayudas que llegan desde la propia UMH (4.000 euros), Fundación Pascual Ros (4.000), Consejo Social de la Universidad de Elche (2.000), Concejalía de Cultura (1.500) y la Fundación del Doctor Soler (500). «Para el proyecto es muy importante que sea la Universidad la que te dé el respaldo, porque eso le da futuro a todo este trabajo que tiene las bondades del mundo digital y la fascinación, en el fondo, por el recorrido histórico de las ciudades y por recoger el trabajo de muchos de nosotros durante décadas», concluye el director de la Cátedra Pedro Ibarra.
