Una de las principales preocupaciones para muchos en estos momentos, y, al mismo tiempo, una de las grandes incógnitas, es el resultado que darán las catas arqueológicas, que, según anunció el concejal de Ordenación Urbana e Infraestructuras, Vicente Granero, podrían comenzar en el mes de octubre. La existencia o no de restos, su valor, la posición que toma la Administración al respecto y la demora de las obras a la que podría dar lugar un supuesto descubrimiento son sólo algunas de las dudas que se plantean en estos momentos desde ciertos sectores. Sin embargo, a lo largo de los últimos años ya se han hecho varias intervenciones en el entorno que, según fuentes técnicas consultadas por este periódico, ya pueden dar una idea de por dónde pueden ir los tiros.

A priori, parece que el punto más conflictivo se encuentra en el almacén de contenedores que hay situado frente al Ayuntamiento. Fue allí donde, durante el mandato de Diego Maciá, coincidiendo con el proyecto para soterrar los depósitos, se encontraron restos de época islámica y, en concreto, varios muros correspondientes a una construcción que no se llegó a identificar, según algún expertos consultados, mientras que otras personas, como el exconcejal socialista Federico Buyolo hoy diputado nacional, sostienen que se llegó a barajar la posibilidad de que fuera una mezquita del siglo XII. Al final, aquel proyecto nunca vio la luz, y los restos permanecieron ocultos.

Más tarde, en 2008, ya en el mandato de Alejandro Soler, se volvieron a hacer nuevas pruebas, en este caso en los dos edificios situados junto al Ayuntamiento. Las excavaciones sacaron a la luz la existencia de viviendas almohades de pequeñas dimensiones y escaso valor, según los expertos, pero que acreditaban que la ciudad islámica estaba a dos metros por debajo del nivel de la actual.

Federico Buyolo, concejal de Fomento en aquellos años, también confirmó que por aquel entonces se practicaron excavaciones en cuatro puestos vacíos del Mercado Central, coincidiendo con la puesta en marcha del proyecto para levantar un nuevo edificio. En dos de los casos, las pruebas dieron negativas. «Parece que se encontraron con roca por un desnivel del terreno», precisó Buyolo. Sin embargo, en los otros dos casos el resultado sí fue positivo, aunque fuentes técnicas aseguran que los vestigios hallados correspondían a una etapa más contemporánea, en parte porque no se llegó a excavar a mucha profundidad.

En cualquier caso, lo cierto es que hasta en el proyecto de excavación arqueológica en la Plaça de la Fruita, que ha servido de base para sacar el proyecto a licitación, el arquitecto municipal asegura que «en la zona que nos ocupa se han llevado a cabo numerosas intervenciones arqueológicas», y admite que «incluso una de ellas se realizó con el objetivo de comprobar la posible existencia de restos arqueológicos en el interior del actual mercado y, de esta manera, poder redactar el presente presupuesto», en alusión a los pliegos, que fijan el importe máximo de licitación en 198.239,83 euros, a lo que habría que añadir el IVA, con un plazo máximo de ejecución de los obras, que se ha establecido en cuatro meses.

De hecho, el arquitecto municipal reconoce respecto a las intervenciones que, «en todas ellas, exceptuando la realizada en la calle San Jaime, se ha comprobado la existencia de restos arqueológicos susceptibles de ser excavados con metodología arqueológica».

Paralelamente, alerta de que «la intervención más significativa es, sin duda, la del interior del mercado, en la cual se realizaron cuatro sondeos de pequeñas dimensiones». En ellas, el técnico municipal afirma que se pudo comprobar, según las conclusiones finales del informe de la actuación, que «una hipotética intervención sobre el inmueble que supusiera la remoción de la tierra sobre la que se asienta el pavimento de la planta baja supondría (...) la excavación de un mínimo de 0,45 m de relleno», y añade que «debería excavarse con metodología arqueológica un volumen de tierra en torno a los 600 m3».

Además, el arquitecto señala que «la información aportada por el resto de los solares informa de que la cota media a alcanzar para conseguir la completa excavación de los restos arqueológicos existentes en las otras zonas ronda los 1,30 m».

Finalmente, el técnico sentencia que, «dadas las circunstancias del entorno descrito, el espacio que ocupa la citada plaza la de la Fruita puede conservar restos arqueológicos mejor conservados que en el resto de zonas afectadas por el nuevo mercado», y, de ahí, que se planteen en ese punto, con una superficie estimada de excavación de 881,47 metros cuadrados.

El concejal de Ordenación Urbana e Infraestructuras aseguró en agosto que, a tenor de la «documentación histórica», no están previstos hallazgos de importancia. Otros, sin embargo, creen que la actuación podría llegar a dar alguna sorpresa. Pronto se sabrá.