Los productos ecológicos tienen cada vez más aceptación, hasta el punto de que la oferta se queda corta para una demanda en pleno auge con ciudadanos cada vez más interesados en cuidar su alimentación. Un grupo de agricultores, productores de pan y huevos libres de productos químicos se están organizando en torno a un proyecto que intentará mejorar sus posibilidades de venta. Hasta ahora, lo normal es que sus clientes lleguen a ellos por el boca-oreja y que el género se entregue directamente en el campo o en la vivienda del comprador. Ese método de contacto directo da buenos resultados, y de hecho a menudo el consumidor quiere ver con sus propios ojos cómo se cosechan los productos que come. Pero esa dispersión pone también limitaciones que ahora se pretenden salvar.

Unos quince productores ecológicos han unido sus 35 hectáreas de terreno para ofrecer un producto conjunto (cuando uno no tiene una fruta la tiene otro, y viceversa), de modo que amplian el abanico de productos que ofrecen. Les ha unido la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx (ADR), de la que es secretario uno de los agricultores implicados, José Luis Miralles. Se organizarán en torno al nombre «Bioterra Camp d'Elx», que probablemente tendrá la forma jurídica de una Sociedad Agraria de Transformación y comenzará a funcionar a pleno rendimiento en noviembre, para vender también a restaurantes, herboristerías o verdulerías. Cada socio del proyecto (que sigue abierto a más participantes) invertirá mil euros y se compromete a vender el 70% de su producción a través de la plataforma, que tendrá presencia en internet y las redes sociales.

Asesoramiento

Otro de los puntos fuertes del proyecto será el asesoramiento técnico que se ofrecerá a los socios, tanto a nivel de resolución de problemas específicos como una plaga o el uso de un producto, como para gestionar el reconocimiento oficial del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana (CAE-CV), que tiene criterios muy estrictos incluso en cuanto a la procedencia de las semillas y que efectúa auditorías periódicas.

Y es que los agricultores ecológicos se enfrentan al desafío de resolver a la manera tradicional, sin química, las carencias o problemas que pueda presentar su huerto. «Se trata de acercarse al máximo a cómo funciona la naturaleza, imitando lo que sucede de forma natural, con la excepción de que hay que regar», cuenta José Luis Miralles, quien considera que «los agricultores tradicionales se autodenominan profesionales, cuando en realidad han derivado en títeres de las casas químicas y los ingenieros, que les resuelven los problemas con productos químicos para cada plaga y con instrucciones de cuántas gotas de cada uno hay que poner en el agua, calculando con tanto potasio sacarán equis kilos...».

Eso hace, por ejemplo y según Miralles, que «si las plantas tienen exceso de nitrogeno porque se lo añaden para que crezcan más rápido, también se desequilibra la cantidad de agua interior y atraen más a los pulgones, de modo que detrás del abono químico viene invariablemente el "kit" de pesticidas». «Igual ejemplifica que si nosotros nos hinchamos a antibióticos tenemos peor sistema inmunitario».