La paciencia es una virtud que no puede faltar cuando de la máquina expendedora de turnos sale el número 419 y en la pantalla se anuncia que el siguiente en ser atendido será el 204. Más de doscientas personas por delante equivalen a una cola de más de dos horas y eso es lo que ayer tuvieron que esperar decenas de personas en el centro de salud de San Fermín para conseguir una cita con su médico de cabecera, una receta de su medicamento habitual o un parte de confirmación de baja laboral.

Es la tónica habitual de los lunes, asegura el personal que trabaja también con premura y a destajo detrás del mostrador en San Fermín. Sostienen que el resto de días de la semana la avalancha de usuarios no es tanta y que a primera y a última hora tampoco se dan estas esperas.

Varios factores confluyeron ayer para que los centros de salud de Elche estuvieran a rebosar de personas enfermas, jubilados con medicaciones crónicas, trabajadores de baja, pacientes intentando renovar su tarjeta sanitaria o madres con bebés de pocos días pendientes de conseguir una cita. En el centro de salud de Altabix, por ejemplo, la espera era de más de media hora. «¿Esto es normal?», preguntaba en torno a las 11.30 horas una chica que acaba de coger número cuando vio el 452 en su ticket y el 390 en la pantalla: «Pues sí, y más ahora que se acaban de terminar las fiestas», respondió una mujer que llevaba ya un buen rato sentada pendiente del turno.

Y es que no solo era lunes, sino que además la pasada semana hubo días festivos y, para más impedimentos, los centros de salud están cerrados por las tardes desde el 1 de julio. Así, según fuentes de los sindicatos del Departamento de Salud número 20, los pacientes son los mismos que en otras épocas del año pero están más concentrados porque todos tienen que ir por la mañana. Eso, y que con una cola de decenas de personas enfrente, el personal que atiende los mostradores no puede responder también al teléfono, que no deja de sonar.

Según algunos profesionales sanitarios, en centros de salud como el de San Fermín se suma que un gran porcentaje de pacientes tienen edad avanzada y no suelen usar el servicio de cita por internet. Algunos usuarios, dicen las mismas fuentes, dejaron pasar la semana pasada sin ir a recoger sus recetas de tratamientos crónicos sabiendo que siguen siendo válidas con unos pocos días de caducidad, de modo que dejaron pasar los días de fiestas y se sumaron ayer a la marabunta de aquellos a quienes sí les tocaba esta semana.

En El Raval, uno de los centros de salud que quizás se suelen ver más despejados, la cola para ser atendido llegaba hasta la puerta. Así, media hora de plantón provocaba ayer más de un suspiro de cansancio.

Tampoco para los trabajadores resulta fácil, y de hecho algunos se negaban ayer a seguir atendiendo en San Fermín si las decenas de personas que estaban en la sala de espera no guardaban silencio. La parte positiva, destacada por muchos, era que la cita para el médico de cabecera se daba con carácter prácticamente inmediato, y el personal confirmaba que las listas de las consultas no están ni mucho menos tan colapsadas como el mostrador.