Elche, como en tantas cosas, es muy afortunada a la hora de andar, pasear o caminar, tanto en el sentido relajado del paseo como en el de caminata senderista. Disponemos de tres espacios singulares y muy envidiables para esta actividad y de la que disfrutan muchas personas todos los días. Supongo que cualquiera en su localidad dirá lo mismo de sus zonas propias, pero esto no pasa más que por ser un ejercicio de pasión por mi pueblo y lo nuestro.

El entorno del Parque Municipal y el cauce del río es el espacio urbano donde a diario muchísimos ilicitanos arrancan o cierran el día en un paseo muy especial. En el cauce del río estás como en los "bajos de la ciudad", hay otra vida mientras la verdadera transcurre veinte metros más arriba. Paseas por allí saludando continuamente a gente que como uno mismo disfruta de un entorno singular. Subes hacia el parque, bajas otra vez, usas los dispositivos para hacer gimnasia, caminas, vuelves y todo ello en el corazón, en el cogollo de la ciudad.

Las obras que se están haciendo para alargar el cauce y hacerlo transitable hacia el Pantano de Elche van a mejorar aún más este espacio afortunado para todos nosotros. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Vinalopó por Elche se debería dedicar parte de esos trabajos para completar las barandillas de protección y proteger así mejor a los andarines en todo el recorrido del cauce.

Otro espacio singular y envidiable es el Campo de Elche, el Camp d´Elx. Está cercano y es una delicia. Es una planicie la que tenemos en el sur y parte del este de la ciudad donde podemos realizar paseos y caminatas con el paisaje próximo y lejano de las palmeras. Pasear rodeados de granados, de higueras, de olivos, de algarrobos. Mediterráneo puro, siglos de cultura en nuestro entorno, unión con nuestros ancestros, con Manuel Campello correteando por allí antes de descubrir la Dama de Elche. Y muy cerca, el Hondo, uno de nuestros tesoros.

El tercer espacio es nuestra sierra, tan próxima y tan desconocida. Algunos la conocen solo cuando hay una carrera como la Media Maratón d´Elx, o la de la Peña del Flato. Otros en la típica excursión, por lo general en coche, al Pantano. Para mí es el mejor paseo que podemos tener, ya que al hecho en sí de caminar se añaden otros aspectos saludables. Por un lado es campo, montaña y atmósfera limpia. Por otro son subidas y bajadas no excesivamente pronunciadas, lo que supone un masaje cardio-vascular excelente mejorando el control de la tensión arterial diastólica, "la mala".

A escasos tres kilómetros del Parque Municipal y yendo por el Camino del Pantano te adentras en la sierra de Elche. A partir de ahí se abren muchas posibilidades, subes al Puntal del Búho y contemplas una maravillosa vista de Elche. Andas un poco más y llegas al lado este del Pantano. ¡Qué maravilla! Un Pantano a rebosar cayendo una impresionante lámina de agua y con numerosas aves acuáticas en la superficie. Todo ello presidido por la montaña del Castellar, donde tenemos ruinas del siglo X de un asentamiento árabe con su castillo.

Y sigues caminando un poco más allá y llegas al Racó de la Morera, al pié de la antena del Tabayá, que junto con la Mare de Deu, preside y vigila Elche. Esa zona, que acaba luego en el Ferriol, es como un microvalle rodeado de montañas. Tiene un paisaje inquietante que te lleva en unos sitios al Marruecos profundo y en otros te transporta, por las formas caprichosas de las rocas, a la Capadocia turca.

Esas montañas se explotaron como canteras y fue de donde vinieron los bloques de rocas que se utilizaron en la restauración de Santa María. De aquellos canteros nos queda no un recuerdo sino un presente a través de Mariano Ros y sus discípulos, especialmente Cándido.

Mariano, en la zona de sierra que linda con el Ferriol, nos ha legado algo muy importante, sus esculturas. Al igual que los mineros de Cracovia que en la mina de sal a 130 metros de profundidad esculpieron imágenes con el material que trabajaban, Mariano y Cándido como buenos canteros que han sido, cincelaron, recrearon y pintaron en la pared de la montaña pasajes, lugares, personas e imágenes de la ciudad. Todo ello hecho, nunca mejor dicho, por amor al arteÉ y a Elche.

Homenajes a la mujer, a los montañeros, a Cantó, a los cazadores, a los labradores, a los carreteros, imágenes de santos, el puente de hierro, el pantano y su central eléctrica, los patrimonios de ElcheÉ Todo ello tiene cabida en el Cau, que así se llama este rincón del Ferriol al pie de la antena del Tabayá, donde también se puede llegar con un acceso fácil en coche desde Bonavista.

La obra de Mariano Ros y Cándido debe ser conocida y protegida toda vez que el Seprona les desalojó por ocupación de monte público. Es un destino cultural y excursionista que nos aporta la sierra de Elche, tan cercana y tan desconocida. Vayamos a nuestro monte, respiremos, disfrutemos. Vivamos.

*Médico oftalmólogo.