"La violación de Lucrecia" es la obra que mañana sábado pondrá en escena Nuria Espert en el Gran Teatro, una obra de rabiosa actualidad a cuenta del maltrato a la mujer. La actriz catalana reconoce que éste es un trabajo distinto en el que los personajes logran cobrar presencia propia por encima de una narradora y muestran sus sentimientos, sus debilidades, sus contradicciones delante del público.

¿Qué es "La violación de Lucrecia"?

Es una obra de juventud de William Shakespeare, un poema con unos maravillosos monólogos intercalados de todos los personales. Es una verdadera obra de teatro que dirige Miguel del Arco, con el que he trabajado con ahínco para sacar el proyecto adelante. El estreno de la obra tuvo lugar en el Teatro Español de Madrid hace ahora un año, un espectáculo que hemos llevado en una gira espléndida por muchos lugares y que tendrá su colofón en Navidad. Ha sido un recorrido feliz y afortunado.

¿Cuál es su papel en la obra?

Son varios papeles. Mi papel es el de una narradora que aborda ciertos hechos históricos en los que los personajes (el violador, Lucrecia, su marido) van apareciendo, pero no de modo contado, sino vividos, con todo su interior al descubierto, con su pensamiento, con sus contradicciones en pleno escenario, con todo lo que son. Ésta es una obra diferente, un trabajo distinto donde se trata de dar la convicción no de una narración, sino de hechos con entidad propia que se desarrollan delante del espectador, en los que Tarquino o Lucrecia intervienen directamente.

¿A qué público va dirigida la obra?

Es una obra accesible. Precisamente esa es una de las sorpresas. Cuando empecé a pensar en hacer la obra de teatro y realicé la dramaturgia no sabíamos a qué público podía ir dirigida porque es algo distinto, diferente. Al final ha resultado que es un espectáculo que llega a todo tipo de espectadores, desde la gente que suele frecuentar los teatros a personas que no van nunca, a jóvenes y a mayores. Hay mucha gente que va por el reclamo que precede a la obra, por la conjunción de lo hermoso y lo terrible al mismo tiempo.

A pesar de ser una obra ambientada en el origen de Roma, el papel de la mujer y los atentados contra el sexo débil están de plena actualidad...

Desgraciadamente el título de la obra no oculta el contenido que se va a ver y desdichadamente ese crimen de la violación y la propia muerte son habituales en nuestra lista de sucesos diarios. En el caso de Lucrecia, la violación provoca la caída de un reino, del último rey de Roma, y ojalá ocurriera lo mismo en nuestros días.

¿Dejan los jóvenes la videoconsola y las redes sociales para ver teatro clásico?

Eso depende fundamentalmente de la educación que ha recibido cada uno. Hay de todo, y desde hace mucho tiempo se lleva a los niños y a los jóvenes al teatro. Eso facilita que cuando uno queda fascinado lo esté para siempre y por eso hay gente entre 25 y 40 años que sigue fiel a lo que les emocionó en su niñez. Esto es lo que se recibe, la cosecha que se obtiene. Hace mucho tiempo que el público es variado, que no sólo acude al teatro el matrimonio que sale los fines de semana a pasear. Eso ha cambiado desde hace mucho tiempo.

¿Cómo está afectando la crisis económica que estamos atravesando al mundo de la cultura en general y del teatro en particular?

Tiene sus consecuencias, pero favorablemente. Los teatros viven un momento de gran asistencia de público, superior incluso a lo normal y eso, quizá, obedezca a causas muy diversas, pero el resultado es que el público acude masivamente a los buenos espectáculos.

¿Qué le queda por hacer o qué le gustaría llevar a la escena?

Esta obra acaba en Navidad porque cumple su ciclo y porque fatiga enormemente. A partir de marzo voy a estrenar "La loba", de Lillian Hellman, y que se estrenará en el "María Guerrero" con un texto maravilloso.