Animados por los últimos días de relativo buen tiempo, muchos veraneantes, turistas y domingueros recorren todavía los caminos y las pasarelas que conducen a las playas ilicitanas. En el horizonte, algunos vislumbran el sol de la arena o la sombra del merendero; a sus costados, el resguardo de las dunas y la pinada. Sin embargo, en todos estos lugares, y especialmente en los dos últimos, la acción y la inacción humana han ido acumulando importantes cantidades de basura. Al menos, ésa es la visión que actualmente presentan algunas zonas de los parajes naturales de Arenales del Sol y La Marina, a pesar de que sobre ambos se han realizado labores de limpieza a lo largo de las últimas semanas o meses. Y ésta es la situación que, con el paso del tiempo, está despertando la inquietud y el malestar de muchos de sus usuarios.

Hacía tiempo que Marian y Tomás no se acercaban a la playa del Carabassí, en Arenales, y el aspecto de sus accesos les ha llamado la atención. "Hay bolsas, botellas y desperdicios por todas partes, especialmente junto al aparcamiento y entre los pinos que bordean la pasarela", comenta ella contrariada, antes de que su acompañante añada que la responsabilidad es "primero, de quien ensucia y, después, de quien no limpia". Pero, sobre todo, esta pareja coincide al destacar que esta "imagen negativa reduce el atractivo de esta zona de la costa". Estas opiniones coinciden parcialmente con las expresadas por José Ángel Gómez, un bañista jubilado, que reconoce que las labores de limpieza "podrían mejorar", pero que considera "imposible mantenerlo todo en condiciones sin la concienciación de la gente". Y todas estas impresiones se complementan con las apreciaciones de Gabriel y Cristian, dos de los socorristas de este litoral, que niegan haber visto ninguna labor de saneamiento en las dunas y que admiten la afluencia de quejas que, especialmente durante julio, les han transmitido los usuarios.

En Arenales, el estado de este entorno contrasta con el de las playas que limitan con el casco urbano. Allí, el Ayuntamiento sí incentivó sus acciones de limpieza el pasado 26 de agosto, después de recibir las quejas de los vecinos y de exigir a la Dirección General de Costas, ligada al Ministerio de Medio Ambiente, que asumiese su responsabilidad y conservase el litoral ilicitano.

Aunque con importantes peculiaridades, estas circunstancias son similares a las de la pinada de La Marina, en las que las actuaciones municipales se llevaron a cabo, de forma progresiva, a lo largo del mes de julio. Aquí, las labores de saneamiento incluyeron una zona mucho más amplia, de más de 12.000 metros cuadrados. Sin embargo, a juzgar por los residuos humanos y naturales que actualmente se pueden contemplar y por la opinión de quienes frecuentan sus rincones, casi dos meses después, estas acciones forman ya parte del pasado.

Para Carmelo Montalvo, que disfruta a menudo de su ocio en este entorno, uno de los problemas es la falta de continuidad. "Vinieron tres días y, después, se olvidaron por completo", observa, y añade que, aunque la poda de los pinos pareció correcta, "el tratamiento del suelo y la recogida de la pinocha no lo fue, porque sólo movieron la tierra". Y Paco Sagasta, que en ocasiones lo acompaña, explica estas deficiencias por la falta de experiencia de los operarios municipales, lamenta que no hubiesen venido técnicos de mantenimiento, y concluye que las actuaciones del Ayuntamiento fueron sólo "un buen comienzo". Porque, como él, independientemente de quién sea el culpable, lo que quieren los usuarios de estos parajes es que estén limpios y que, entre las dunas de Arenales y los pinos de La Marina, no queden despojos materiales e inmateriales de promesas e intenciones medioambientales y políticas.