"Seguro que luego, cuando acaben las obras y vayamos en el tren, no nos acordaremos", comentaba ayer medio en broma un vecino de la partida de Carrús. De pronto, el silencio se hacía y su rostro se volvía más severo: "Eso sí, ahora no hay quien viva aquí", señalaba. "Esto no es nada para lo que están pasando en las casas que hay más cerca del túnel del AVE", apuntaba otra de las afectadas. Y es que, desde que comenzaron las obras de la Alta Velocidad en aquella zona hace ahora unos ocho meses, los vecinos afirman que los ruidos, incluso en plena madrugada, como consecuencia de las explosiones en el túnel; las vibraciones; y las grietas y otros deterioros en las viviendas se han sucedido constantemente.

La ruta comienza en una de las casas situadas a unos 300 metros de donde se está abriendo el túnel del tramo Aspe-Carrús. "Antes de que comenzaran las obras del AVE la casa estaba perfecta. Sin embargo, poco a poco comenzaron a aparecer grietas en las paredes y en el techo, y esto ha ido a más, hasta el punto de que como esto siga así veremos a ver si no nos cae la casa encima, y a eso se unen los ruidos de día y de noche, aunque hay que reconocer que ahora se oyen más lejos y no son tan molestos como hace unos meses", indica una de las vecinas, quien añade que "nos han dicho que ellos se harán cargo de los desperfectos, pero a nadie le gusta vivir en una casa en la que todo son grietas por un lado y por otro". Por eso, su solución no ha sido otra que pagar con dinero de su bolsillo algunas de las reparaciones.

Siguiendo el mismo camino, y a tan sólo unos metros, la indignación crece por momentos de forma inversamente proporcional a como lo hace la distancia hasta el lugar por el que dentro de poco circularán los trenes de Alta Velocidad. "Tres averías en las tuberías de agua potable llevamos desde Navidad hasta ahora, y una factura de Aigües d'Elx de casi 7.000 euros que llegó a finales del año pasado por las fugas", denuncia otra de las residentes en la partida de Carrús. "¿Y qué? Se pasan la pelota de unos a otros y, al final, las molestias las acabamos pagando nosotros... Las molestias, la factura y el fontanero, aunque todo esto sea por las vibraciones de las obras del AVE", se pregunta y se responde ella misma. La mujer reflexiona unos segundos y continúa: "Sí, dicen que se van a hacer cargo de los desperfectos y, sin embargo, de esa factura de 7.000 euros se han desentendido, e incluso me llegaron a decir que la reparación de la tubería era cosa mía, cuando en 30 años que llevamos aquí no había pasado nada igual".

En la tercera parada, el desánimo ya ha hecho mella. Los propietarios tampoco se han escapado de las grietas, con las que se han visto obligados a convivir en algunos puntos de la casa como el salón. Sin embargo, a ello se unen las filtraciones que han aparecido en un sótano en el que tenían almacenada la maquinaria de lo que hace unos años era un taller de aluminio. "Parece que con tanta vibración y con tanta explosión ha tocado el techo y por mucha tela impermeabilizante que pongamos esto ya no hay quien lo arregle", denuncia el hombre, quien también concreta que "ahora lo único que nos queda es esperar a que terminen las obras, pero después de todos los problemas que ha habido en esta zona siempre queda el miedo a que se desentiendan y no arreglen nada", admite. De momento, ya ha trasladado la maquinaria y los materiales a otra zona.

La siguiente vivienda prácticamente linda con las vallas instaladas por la adjudicataria de las obras. "¿Problemas? Estamos cansados ya. No podemos dormir, la casa se va a caer un día y a ellos les da igual. Hemos llamado a la Policía, hemos puesto reclamaciones y hemos acabado metidos con abogados, pero seguimos igual", afirma el vecino. Es más, en la madrugada de ayer, sobre las dos de la mañana, hubo otra explosión, "y esto suele ser lo habitual. De hecho, tenemos hasta vídeos", alerta. Desprendimientos en una de las escaleras; y gritas y más grietas, en las paredes, en el suelo y en la fachada son sólo algunas de las huellas que, por ahora, han dejado las obras en su casa. Incluso llegó a mandar un escrito al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif). La respuesta, firmada por el director de la Línea de Alta Velocidad Este, llegó en febrero: "He dado instrucciones para que se limiten -las molestias- en lo posible, pero un determinado nivel de ruido y vibraciones son inevitables en una obra de estas características", sentencia.

La visita se cierra en las dos viviendas situadas a unos 50 metros de las obras. El firme de la entrada a las casas se ha agrietado, y la situación en el interior de los inmuebles no es mucho mejor. Tampoco ellos escapan de los ruidos y, como denuncia una de las vecinas, la tierra del desmonte se acumula en el barranco que limita con su casa. "Si no teníamos bastante con las obras del AVE, veremos a ver qué pasa el día que llegue una riada", concluye indignada.