El miedo se respira en la campaña electoral en Elche. En primer lugar, el del candidato por el PSOE, Alejandro Soler, ante la posibilidad de perder las elecciones y pasar a la historia de su partido como el primer alcalde que perdió la Alcaldía ilicitana tras 32 años ininterrumpidos de gobierno socialista, ya que, hasta ahora, todos los candidatos del PSOE que se han presentado siendo alcaldes han revalidado mandato, y con mayoría absoluta. Lo hicieron Ramón Pastor, Manuel Rodríguez y Diego Maciá, aunque este último se vio superado por el PP en sus primeras elecciones como candidato, en 1995, logrando gobernar entonces gracias al apoyo de EU. Soler, quien gobierna a su vez apoyado por Compromís, teme, por una parte, convertirse en «Alejandro El Breve», el destino que le vaticinaron miembros de su propio partido tras analizar su primer año de gestión y le pesa, por otra parte, la responsabilidad de una larga tradición familiar socialista iniciada por su abuelo, Francisco Soler, un histórico del partido.

No es menor el temor que invade a la candidata del PP, Mercedes Alonso, ante la posibilidad de no poder hacer realidad las expectativas de su partido para alcanzar por primera vez el poder en Elche, en unas elecciones que se aventuran muy reñidas y en las que «a priori» parece partir como favorita. Es la segunda vez que Alonso opta a la Alcaldía ilicitana y, de no conseguirlo, sería un gran fracaso para ella, ya que compite en un momento muy favorable para los populares. Soler podría argumentar su derrota, en caso de que se produjera, como un castigo a Zapatero, pero si Alonso pierde, sólo puede atribuirlo a sí misma.

Lo que pocos ponen en duda a estas alturas en Elche es que el partido se juega a dos, entre el PSOE y el PP, y que quien gane lo hará en la prórroga. Basta recordar que en las últimas elecciones los socialistas aventajaron a los populares en sólo 112 votos, 43.595, frente a 43.483. Sería una sorpresa que entrara una tercera fuerza en el Ayuntamiento ilicitano en esta ocasión, tras la fractura irreconciliable entre Esquerra Unida, encabezada por Robert Quereda, y Compromís, liderada por Ángeles Candela. El propio Soler ha intentado mediar sin éxito para que las dos formaciones de izquierdas concurrieran como una única, y así poder garantizarse un colchón de gobernabilidad ante un empate a concejales con el PP, pero ha sido imposible.

Entre los candidatos minoritarios, el Partido de Elche, con Jesús Ruiz Pareja de nuevo como alcaldable, se considera que tendrá dificultades para alcanzar los 4.000 votos de las pasadas elecciones y, por la derecha, Alternativa Popular de Elche, liderada por José Manuel Olmedilla, e Iniciativa Independiente, encabezada por Manuel José Botella, concejal del PP hasta hace escasas semanas, no se piensa hoy por hoy que puedan alcanzar los 2.700 votos que en 2007 consiguió el veterano conservador ilicitano Manuel Ortuño con su candidatura de Agrupación Popular Torrellano y El Altet. Los populares disidentes nunca han tenido suerte con otras marcas en Elche.

Nadie oculta que la campaña electoral ilicitana va a ser muy dura. Es mucho lo que hay en juego, tanto para unos como para otros, en una contienda sobre la que se tiene la certeza de que no será de guante blanco, ya que Alejandro Soler y Mercedes Alonso se odian. Son enemigos íntimos, más en lo personal que en lo político, por lo que parece inevitable un combate a cara de perro en el que se usarán todas las armas al alcance de cada contendiente. Desde las filas socialistas se asegura que gracias a que Alonso encabeza la candidatura del PP tienen alguna posibilidad de éxito en las urnas el próximo 22-M. Un candidato del PP poco conocido, dicen, les podría haber barrido. Desde el PSOE se continuará en los próximos días en la misión de trasladar a la opinión pública que la candidata popular es mala como persona, deficiente como gestora y corrupta. Por su parte, desde el PP se insistirá en las cifras del paro –35.000 personas en Elche– y en que Alejandro Soler es un corrupto y un derrochador nato como gestor.

Lo cierto es que ambos candidatos se encuentran en circunstancias similares, se han labrado un vasto camino de enemigos en su partido, y su éxito o fracaso sólo depende de ellos mismos. La marca PSOE está de capa caída en el ámbito nacional tras las decisiones del Gobierno central vinculadas a la crisis económica, por lo que, ante los ilicitanos, Soler sólo tiene la oportunidad de apelar a su gestión en Elche –de ahí su lema «Vota a la persona»–, como en circunstancias anteriores han hecho candidatos socialistas que han mantenido el poder aquí, pese a sufrir el partido auténticos descalabros en comicios generales y autonómicos. El problema está en que los últimos cuatro años de la gestión en el Ayuntamiento no se puede decir que hayan sido brillantes. Los socialistas han ido de charco en charco con el pago con dinero público de facturas del partido, con el proyecto del mirador sobre el Palmeral, con el convenio sobre el legado del poeta Miguel Hernández y con el edificio del antiguo convento de las Clarisas, que está como estaba hace cuatro años y cuya propiedad parece que ni siquiera ha sido formalizada legalmente en favor de la administración local. Y menos mal que se ha contado con una lluvia de millones procedentes del Plan E del Gobierno central y del Plan C del Consell.

Por su parte, el PP ha hecho una oposición fuerte este mandato encabezada por Manuel Latour, en la que ha destacado casi el perenne mutismo de Mercedes Alonso a la que su partido le ha pedido que opte por el silencio, dando por hecho que callada puede tener más éxito, ya que hablar representa correr riesgos innecesarios. De ahí el interés del equipo de Soler por hacer hablar a la alcaldable popular. Los populares afirman que es ahora cuando Alonso se va a explayar.

Anoche comenzó en Elche una campaña apasionante por la incertidumbre sobre lo que puede pasar dentro de dieciséis días, con unos candidatos que se afanan en ocultar su preocupación y nerviosismo a una opinión pública sobre la que se desconoce, dada la indiferencia que se respira en la calle, si tiene tomada ya una decisión y si ésta puede variar de aquí al 22-M.