A las 23.30 horas llegan a la estación de Santa Apolonia de Lisboa. Antes cruzan el Puente del 25 de abril, un símbolo del libertad para todos los portugueses que contrasta con el asedio que sufren los activistas estos días que intentan entrar en este país. El motivo de este problema: la cumbre que celebra en esta ciudad la OTAN.

Adrián Vaíllo e Isidro Prieto, pertenecientes al Grupo Antimilitarista Tortuga de Elche, bajan del tren con sus petates, cansados de todo un día de viaje recorriendo de punta a punta la península. No obstante, son conscientes de que se enfrentan a la prueba de fuego, el control policial. Según fuentes de su asociación, cientos de persona de todos los países de Europa han sido rechazados en la frontera portuguesa, tras la suspensión temporal del Tratado de Schengen con motivo de la cumbre. También mandan a casa, tal y como explica este grupo, a los que llegan en tren o en avión. "Basta llevar en el coche o en el autobús una camiseta con cualquier eslogan político para no poder pasar. En algunos casos se están produciendo cacheos con desnudos integrales, tomas exhaustivas de fotografías y minuciosos registros de políticos", narran.

Con todos estos datos en la cabeza Vaíllo y Prieto han decidido jugársela. "Sabíamos que nos podían echar. Cuentas con ello. Pero merecía la pena probar". Tuvieron suerte. Sólo les pidieron la identificación. A la mañana siguiente, a otro compañero de Elche, que venía el mismo tren y paró en la misma estación, le comprobaron los datos y se dieron cuenta de que militaba. A las pocas horas estaba rumbo a España.

Estos dos ilicitanos, de 26 y 29 años, se encuentran en un campamento improvisado por los activistas en un edificio abandonado de Lisboa. Allí se organizan de manera asamblearia con otros grupos antimilitaristas españoles y extranjeros, "aunque predominan los de nuestro país".

La manifestación grande, donde se reúnen todos los grupos, es hoy, día en el que da comienzo la cumbre. No obstante, Adrián explica que cada día tienen planeada una acción. El jueves, por ejemplo, en pleno centro de la capital portuguesa, en la Praça do Rossio, realizaron con unas cien personas lo que ellos denominan un "entrenamiento ante los medios".

"De alguna manera simbolizamos cómo actuamos ante la Policía. Es una manera de romper con la idea de una disidencia criminalizada. Nosotros, la gran mayoría, somos pacíficos", señala este joven ilicitano, aunque también es consciente de que en este tipo de protestas también hay núcleos violentos, aunque por principios prefiere no señalar a nadie. Cerca de donde ellos están situados también hay movimientos comunistas e incluso black blocs, denominación con la que han bautizado a aquellos manifestantes ataviados con ropa negra, pasamontañas, etcétera. Su actitud suele ser poco agradable. Se dieron a conocer en Seattle, en 1999, en las manifestcAiones contra la cumbre de la OMC, donde llevaron a cabo algunos destrozos importantes en comercios de marcas como GAP, Starbucks, Old Navy.

También, ese mismo día, realizaron una especie de "flashmob" en la que se tumbaban todos en la calle simbolizando estar muertos. Un símbolo sobre las víctimas de las guerras que, según ellos, promueve la OTAN.