Enfundado con unas gafas oscuras y con muchas ganas de contar sus experiencias. Antonio Zapata, albaceteño de nacimiento, hijo de un capitán de infantería y hermano de Policía, decidió incorporarse al cuerpo siguiendo las indicaciones de su progenitor, que siempre le aconsejó que tomara un trabajo con uniforme. Se incorporó a la Policía ilicitana en el año 43 y se jubiló cuarenta años después de haber dirigido el tráfico que entonces recorría las calles ilicitanas y la entrada de la carretera de Santa Pola

¿Usted ha sido policía de vocación?

Estuve en el 18 regimiento de infantería de Canarias. Mi padre, que era militar, siempre me había dicho que vistiera uniforme y cuando regresé de la mili mi hermano que ya era cabo en la Policía me ayudó a entrar en el cuerpo. Me gustaba más que la Guardia Civil. Estuve siete años en infantería y en el año 50, cuando se fundó la guardia de tráfico me incorporé a ella porque cobrábamos dos pesetas más. Entonces se montaron cinco puestos de tráfico con otros tantos agentes. Recuerdo que los había en el puente (de Canalejas), en el Marfil, en Puente Ortices, en la farmacia de la Peña (en Reina Victoria) y en la avenida de Alicante.

Pero entonces, el tráfico era bastante escaso...

Había poco tráfico y recuerdo que cuando estaba en Puente Ortices, donde había una tienda de bicicletas, y no pasaba nadie me sentaba y tomaba un refresco. Lo peor eran los sábados y los domingos cuando nos mandaban a San Antón, a Arenales, a La Marina y a la "santomera". En verano hacía tanto calor que teníamos que echar agua para que no se nos pegaran los zapatos al suelo. El tráfico no era intenso, pero había cruces hasta con 12 direcciones y era bastante complicado. Había veces que pasaban los autobuses y te rozaban y a mí la carga de un camión me rompió la hombrera del uniforme y cuando llovía nos quitábamos las botas para escurrirnos los calcetines, pero también tenía sus ventajas. Trabajábamos seis horas y algunas veces nos invitaban a algo, nos regalaban algo de pan, una circunstancia que se agradecía en una época en la que había mucha necesidad, o nos daban algo de dinero, un pavo o algún puro.

¿Ha cambiado mucho la Policía de tráfico?

Ahora tienen ventajas que antes no teníamos. La Policía de tráfico ha ido cambiando progresivamente. Al principio pasaban cuatro coches, algunas bicicletas y carros con percherones. Luego fue subiendo. Antes nos ganábamos bien el pan. Ser guardia de tráfico hace sesenta años era más arriesgado que ser torero porque había veces que los coches te venían por todos los lados y pasábamos hasta miedo.

El material que empleaban tampoco tiene similitud con el de ahora...

Llevábamos unos manguitos y el cinturón reflectantes para que nos vieran y para dar paso utilizábamos el pito. Una pitada corta y frecuente indicaba parada y una prolongada era para dar paso. Entonces no teníamos ni tiempo de poner multas. En algunos puntos nos subíamos a un cachumbo de metal que estaba a un metro del suelo y que nos servía para protegernos y para ver mejor el tráfico que venía por cada lado. Entonces la gente se portaba muy bien, había un poco de temor al guardia y era poco frecuente que te contestaran.

Además de la Policía, Elche ha cambiado mucho...

Elche se ha hecho muy grande. A mí me gustaba mucho más aquella vida en la que te podías quedar a dormir tranquilamente en la calle delante de tu casa. Entonces la gente trabajaba mucho, había pocas bajas laborales, pero el orden era mucho mayor que ahora.