Aunque gran parte de Europa paga con la misma moneda, disfruta de un espacio común y, en gran medida, posee una cultura similar, las fronteras entre los estados miembros siguen siendo, para muchos, demasiado grandes. Por eso, la Unión Europea promueve un Servicio de Voluntariado que financia el 100% del viaje, la estancia y la formación de aquellas personas que tengan entre 18 y 30 años y que, sobre todo, estén dispuestas a ayudar a los demás lejos de sus hogares. En Elche, esta iniciativa lleva funcionando desde hace casi una década y, este año, ha dado la oportunidad a nueve jóvenes de distintos países de participar en distintos proyectos solidarios y de conocer las particulares costumbres de esta ciudad.

José Manuel García, técnico del servicio Infoeuropa de la Concejalía de Juventud y responsable de este proyecto, considera que la experiencia de los jóvenes es "muy positiva porque aumenta su sensibilización social, les ayuda a relacionarse con los demás y, al mismo tiempo, les permite aprender un nuevo idioma". Para ello, según cuenta, tienen programadas una serie de actividades en ámbitos como la cooperación, la educción, el medio ambiente o la formación juvenil durante los cinco días de la semana y, por supuesto, tiempo libre.

Attila Horvath sabe lo que es eso y, a juzgar por sus palabras y sus pupilas, lo ha aprovechado bien. Desde que llegó de Hungría, se ha dedicado a labores de producción y creación publicitaria en la radio municipal Jove Elx. Sin embargo, la mayor parte de sus energías las empleado tras la puesta de sol. "La música, la noche, las chicas. Con eso me quedo de esta localidad", comenta mientras saluda a todo el que pasa a su lado. Y, para demostrarlo, tiene claro que, aunque se le acaban los fondos europeos, está dispuesto a trabajar aquí para no perderse las fiestas de agosto.

Una de sus compañeras, Viktoria Awana, también ha probado esta faceta local, pero casi todo su tiempo lo ha dedicado a los más necesitados. Cuando partió de Francia, además de gestionar el blog de la comisión de ayuda a Haití y de colaborar en la educación de decenas de mujeres para cumplir con las obligaciones de su beca, decidió ayudar a los miembros de la asociación Wafae y a mujeres marroquíes a mejorar su gramática.

Su compatriota Coraline Tauziat, a la que todos conocen como "Coco", se ha centrado en la promoción de los programas europeos entre los jóvenes y, con la experiencia acumulada, es capaz de hacer un diagnóstico sobre sus actitudes. "En esta ciudad, les cuesta un poco abrirse y tienen miedo de salir fuera de su país", manifiesta antes de añadir que ella antes también lo sentía, pero que, cuando se intenta, "merece la pena".

Esta última opinión coincide con la expresada por Magdalena Geinzer, quien asegura que "esta aventura abre la mente para entender el mundo". En su caso, además, sus trabajos con los pájaros del Clot de Galvany le servirán para comenzar con fuerza la carrera de Biología cuando regrese a Alemania.

Y aunque le gustaría seguir hablando, Vlad Martis, de Rumania, la reclama para comenzar su programa de radio, en el que difunden las múltiples actividades en las que participan. Desde su punto de vista, este tipo de viajes permite "eliminar estereotipos, formarte como persona y aclarar tu futuro". Por eso, ahora tiene claro que desea dedicarse a este tipo de trabajos de cooperación. Mientras tanto, hasta el jueves, él y sus compañeros seguirán dando vida a la solidaridad europea entre ondas y palmeras.