Instantes después de los luctuosos acontecimientos, llegaron a la sucursal bancaria un hermano del fallecido junto a un sobrino. Pese a las reticencias iniciales, se les dejó entrar en la entidad, pero, cuando llegó la esposa de la víctima, las autoridades judiciales le prohibieron la entrada y tuvo que esperar en la calle a que el féretro fuera sacado del banco para trasladarlo al cementerio. En la imagen de la derecha, la mujer abrazada a su nieta.