Joan Manuel Serrat fue investido ayer doctor Honoris Causa por parte de la Universidad Miguel Hernández en un acto que inevitablemente se convirtió también en homenaje y recuerdo del poeta oriolano, así como en toda una reivindicación y reconocimiento a la canción popular.

Esto último así lo interpretó al menos el "charnego de la cançó" quien, en su discurso de agradecimiento, donde no faltó algunas notas de humor mientras alternaba el castellano y el catalán, expresó que "me hace especialmente feliz que hayan valorado ustedes la canción popular. Mucho ha cambiado la sociedad para que se reconozca este oficio de escribidor y cantador".

Serrat, pausado, amable, tranquilo, despertó en el edificio del Rectorado, donde se celebró la investidura, una gran expectación. De hecho, el salón de actos amaneció prácticamente repleto para ver y escuchar a "un hombre dedicado a defender la libertad, la verdad, la igualdad, en los dos hermisferios mediante su arte, sus letras y sus canciones. (...) Serrat es un hombre sencillo que ha sabido llegar a los corazones de las gentes sencillas, con sencillas palabras", en boca de su madrina, la profesora de Bellas Artes Pilar Escanero.

La madrina hizo un repaso a su biografía: a los 17 años su padre le regalaba su primera guitarra; a los 22 logró su primer éxito en su segundo disco; en el 68 fue vetado durante 16 años por TVE al negarse a cantar el "La, la, la" en castellano para Eurovisión; a finales de los 60 comenzó su primera gira por Sudamérica; en 1972 ve la luz su obra dedicada a Miguel Hernández; en el 75 el régimen de Franco dictó orden de búsqueda y captura que le llevó 11 meses al exilio... "Sus giras ya no tienen principio ni fin, continúan imparables de un hemisferio a otro. Sus éxitos se multiplican, se disparan sin control, pero sus compromisos morales también se mantienen inmutables", señaló Escanero.

Tras la laudatio llegó el turno de la investidura, donde Serrat recibió de manos del rector el birrete laureado, el libro de la ciencia y la sabiduría, el anillo que le une de por vida con el saber, y los guantes blancos, símbolo de la pureza y de la alta categoría.

"Las virtudes que se me atribuyen son exageradas, pero no voy a discutirlas", se arrancó Serrat provocando así las primeras sonrisas entre los asistentes -entre ellos la subdelegada del Gobierno en Alicante, Encarna Llinares, los primeros ediles de Elche y Orihuela, Alejandro Soler y Mónica Lorente, o el diputado autonómico Diego Maciá, entre otros- los cuales habían disfrutando previamente de un proyección de fotos del protagonista acompañadas de su propia música.

El homenajeado aseguró que estaba muy contento con su oficio y confesaba que "no sé si con este reconocimiento están elevando a este artesano a la categoría de artista", para asegurar que "la canción es una forma, y no la menor,