Rosa sigue demostrando su efervescencia por el periodismo pese a que dejó de ejercer en 2008. Antes de que los periodistas le preguntáramos ayer, ella rápidamente sacó el tema de que en su opinión los profesionales no deberían acudir a ruedas de Prensa donde no se admitan preguntas.

¿Cree que si todos los periodistas se ausentaran en estos casos podrían cambiar las cosas?

Yo creo que sí, porque eso es convertir a los periodistas en lectores de comunicados. Eso significa también que cada vez menos gente tenga que hacer más cosas, es decir, para eso no hacen falta periodistas. Facilitar un corte de voz o una declaración significa entre otras cosas no contrastar y entonces la calidad del periodismo baja.

¿Cómo ve la televisión actual?

Creo que se ha ido deteriorando muchísimo. Los objetivos del periodismo parece que ya no sean informar, la excelencia periodística, el compromiso social, el control de los poderes, la justicia... sino todo lo contrario. En un simpósium señalé que la televisión se está convirtiendo en la socia del desconocimiento. Me parece una situación mala porque la televisión se ha convertido en un espectáculo y no precisamente sano, se busca lo que impacta, no lo que importa. Se promocionan personajes sin valor, se crean modelos sociales totalmente equivocados, se prima el entretenimiento y el hacer caja.

¿En qué medida está afectando la crisis al ejercicio profesional?

La crisis está afectando muchísimo al periodismo y lo curioso es que suena muchas veces como pretexto para querer convertir al público en consumidor en lugar de ciudadano. Y es gravísimo porque en una situación de crisis precisamente es más necesario el buen periodismo. Se está haciendo todo lo contrario, el periodista está perdiendo peso en las redacciones y también en el diseño de la agenda informativa, que viene marcada por otros ámbitos. Antes, el fin de los medios de comunicación no era sólo ganar dinero. Había que hacer negocio haciendo un buen trabajo, pero ahora lo que parece que prima es el reconocimiento a la desfachatez y el choriceo. La empresa periodística no busca excelencia informativa, es decir, no basta ser con buen periodista.

¿Qué mensaje lanza a los futuros periodistas?

Lo primero que tienen que saber es el diagnóstico: que las cosas no están bien, y luchar contra ello, porque lo que no podemos hacer es tirar la toalla. Hay que ser capaz de recuperar la esencia del periodismo, con una función social muy clara, y no permitir que el periodismo se convierta en un espectáculo. Y soy optimista porque todo es cíclico y en periodos de transición siempre hay incertidumbre. Además, tienen que tener como objetivo la excelencia informativa, no la fama, el negocio o el dinero. Es difícil pero tienen por delante un reto magnífico porque además ser periodista es mucho más que un trabajo, es una forma de vida.

¿Nos estamos convirtiendo cada vez más los periodistas en mercenarios?

Sí, pero no sólo los periodistas. Estamos construyendo una sociedad en la que la economía se ha convertido en su cuerpo doctrinal, y no lo digo yo. Hemos puesto la economía por encima de todo y la sociedad es tremendamente utilitarista.

¿Internet está ayudando a los medios?

Sí, por supuesto, ha hecho el mundo más pequeño, pero en cambio no está consiguiendo eliminar las diferencias culturales, de comprensión y de cohesión social. El nuevo avance debería servir para aumentar el conocimiento y la justicia, y no tornarse en un fracaso al primarse la tecnología sobre la información.

¿Qué le parece que TVE haya prescindido de la publicidad?

Me preocupa mucho. Como espectadora y como periodista es mejor, pero la realidad es que si no hay una financiación muy clara, tendrá que bajar la calidad, y el riesgo es que acabe siendo una televisión residual y no cumpla con el objetivo de servicio público.