Con el compromiso y la implicación que heredó del Grup d'Elx, Joan Castejón -nacido entre palmeras, pero desde hace más de 30 años residiendo y creando artísticamente en Dénia- ha interpretado con sus manos una sincera y agradecida "conversación" con Miguel Hernández, al que conoce desde hace tiempo y al que admira desde siempre por las vivencias compartidas. La colección de trabajos que se presentará en la Lonja Medieval (viernes próximo, 20 horas), dentro de los actos del Centenario Elche 2010, le ha permitido volver a reencontrarse con los elementos esenciales que componen el universo personal del poeta.

¿Cómo es el proyecto que ha elaborado en torno a la figura de Miguel Hernández?

A principios de 2009 decidí que todo el trabajo durante año y medio se lo dedicaría al poeta. De ahí, han salido 22 dibujos y una escultura. Los trabajos, que son en cera, en blanco y negro y con gran variedad de tamaños, se nutren de la gran riqueza simbólica de Miguel Hernández, intentando realizar un amplio recorrido por las tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida... que son elementos esenciales en el poeta.

¿Cuál ha sido el momento más excepcional de todo ese proceso creativo?

El momento más especial es cuando decido reencontrarme con el poderoso universo del poeta. A partir de aquí, me dejo llevar por la mejor manera que conozco en mí para lidiar con esto, que es la emoción y, sobre todo, la intución que me permite traducir en formas esta emoción y convertir el desierto del papel en blanco y negro en algo digno de ser contemplado.

¿Qué se va a encontrar el público que vea su proyecto expositivo "La poesía dibujada, homenaje a Miguel Hernández"?

No van a encontrar una ilustración de la obra del poeta. Mi osadía como inventor de imágenes me permite sugerir, denotar o dar indicios sin necesidad de que sea más explicito. Así, partiendo de lo que me llega a través de la poesía, podría hacer una obra totalmente abstracta, aunque no es el caso; pero, sí quiero aclarar que son dos mundos si se quiere paralelos, la plástica y la literatura. Y, aunque al final sea, en cuanto a desencadenar emociones, el mismo, sus propuestas formales son diferentes.

¿Qué destacaría de Miguel Hernández? ¿Qué es lo que más le ha impresionado de él? ¿Qué es lo que más ha utilizado plásticamente en su creación?

Hernández es un hermano mayor al que te quieres parecer, aunque su arquitectura humana y poética se nos escapa un poco de las manos, y a pesar del esfuerzo que hacemos por recordarlo a través del tiempo, siempre se nos queda a mucha distancia. Lo que si se nota es que hoy su dolor, su amor, su frustración y sus alas nos siguen ayudando a caminar, a mejorarnos.

¿Qué significa para usted enfrentarse en soledad, cara a cara, con alguien como el poeta de Orihuela?

Leí por primera vez a Miguel Hernández en la cárcel, a finales de los 60 y, salvando las distancias, vi que el mundo era un pañuelo. Sentí una gran empatía e, inmediatamente, me puse a dibujar sobre su poesía. Desde entonces pasó a formar parte de mi equipaje más íntimo, entre Whitman, Lorca, Neruda... Había muchas cosas que me acercaban al poeta, su origen modesto, el autodidactismo, la cercanía geográfica, la ideología, y un corazón que no le cabía en el pecho, y sobre todo su trágico final que, como el de Lorca y tantos otros, viene a resumir el mal que causaron los fascistas al pueblo llano. Con este presupuesto emocional he dedicado estos últimos meses al poeta de Orihuela.

Dentro de su desarrollo artístico, que implica esta parada con Miguel Hernández en Elche y dentro de los actos del Centenario del nacimiento del poeta? ¿Hay algo especial con el regreso a su tierra?

El año pasado hice mi última exposición en Elche, "Per a Paca", una retrospectiva de mi colección privada dedicada a mi mujer. Allí anuncié que estaba trabajando sobre unos dibujos inspirados en Miguel Hernández, y el Ayuntamiento me invitó a regresar con motivo de los actos del centenario del nacimiento del poeta. Y aquí estoy, de nuevo... Exponer en Elche significa volver a reencontrarme con mucha gente a la que quiero.

¿Qué queda del Joan Castejón como miembro fundador del Grup d'Elx? ¿Hoy en día tendría sentido un grupo de hombres y nombres como aquellos que lucharon por el arte?

El Castejón del Grup d'Elx era un joven romántico y repleto de sueños que la represión franquista le llevó a cumplir casi tres años de cárcel, así eran aquellos tiempos y, por aquel entonces, funcionó el Grup d'Elx con Toni Coll, Albert Agulló, Sixto Marco, Castejón y Ernesto Contreras, que era el alma teórica del grupo. Nos lanzamos a la aventura artística y solidaria y resultó una experiencia interesante. Hoy en día la gente sigue, o seguimos, haciendo cosas, aunque sin aquelllas motivaciones tan de trinchera, por suerte, y los nombres siguen vivos como nuestro poeta a través del tiempo.

¿Ha cambiado mucho el arte en general y el suyo en particular? ¿Con la crisis hay alguna ventaja para los creadores?

El arte es el mejor desatascador del alma y, hoy en día, está tan abierto a cualquier experiencia que lo hace aún más interesante y mejorador. No importa lo que hagas; como dice mi amigo Pepe Azorín, es cuestión de temperatura, y no creo que la crisis pueda alterar el comportamiento de los autores. Quiero suponer que la inspiración del poeta, el cantautor o el pintautor no dependen de los vaivenes económicos, sería poco serio.

¿Cuál es su proyecto futuro?

A finales de septiembre esta exposición sobre Miguel Hernández estará en Budapest, en la sede que allí tiene el Instituto Cervantes.