La educación siempre requiere un gran esfuerzo por parte de quienes la ejercen y quienes la reciben. Éstos últimos, independientemente de su edad, reciben la recompensa del aprendizaje, mientras que el maestro suele encontrar en este progreso el fruto de su trabajo. No obstante, cuando esta labor se desempeña con cariño y dedicación durante tantos años como José Antonio Durá, el agradecimiento de los que, en el pasado o en el presente, forman parte de su alumnado, se transforma en el sentido homenaje que ayer recibió en el Gran Teatro.

Como cada año, los Centros de Formación de Personas Adultas de la ciudad organizaron un acto en el que, para despedir el curso académico, realizaron diversas actividades culturales. Pero, en esta ocasión, la música, el teatro y la poesía cedieron parte de su protagonismo al que, durante más casi décadas, fue director del centro "Mercè Rodoreda". Tras recibir un homenaje del que no tenía ningún conocimiento, Durá no pudo señalar que se trataba de una "encerrona", pero, del mismo modo, no pudo evitar emocionarse al agradecer el reconocimiento público recibido. Tras su despedida, los centros de formación de adultos seguirán funcionando, pero quienes intervinieron en el acto aseguraron que "directores hay muchos, pero ninguno como José Antonio".

Recuerdo del poeta oriolano

Con motivo de las celebraciones en torno al centenario del nacimiento de Miguel Hernández, la clausura del curso finalizó con una representación teatral a la que asistió Lucía Izquierdo, la nuera del poeta, y en la que, a través de la música, la poesía y la interpretación, se rememoró su vida y su obra.