Hay ocasiones en las que un acontecimiento, por nimio o intrascendente que pueda parecer a priori, es capaz de modificar por sí sólo el devenir de la historia. Si el inspector Maján no hubiese muerto en acto de servicio, quizás las grandes redadas contra el Partido Comunista alicantino y las detenciones de sus simpatizantes a partir del 45 no se hubieran producido con tal intensidad.

Las crónicas informativas de la época aportaron escasos datos sobre las circunstancias de la muerte de aquel inspector de Policía que pertenecía a la plantilla ilicitana. La portada del diario INFORMACIÓN correspondiente al 24 de febrero de 1945, el día después de la muerte de Jésus Maján y López Coca, únicamente hace referencia al fallecimiento del agente caído en acto de servicio" y sólo da idea de la relevancia del personaje la larga lista de autoridades civiles y militares y miembros de la Falange que acudieron al sepelio. De hecho, el funeral fue presidido por el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en representación del ministro de la Gobernación y al mismo asistieron también el gobernador militar y el presidente de la Diputación. También el periódico del día siguiente recogía en su primera página el óbito y detallaba la "impresionante manifestación de duelo en Elche" que había suscitado el acontecimiento, aunque ni una sola línea aclaraba las circunstancias en las que se había producido el fallecimiento de un agente que días después sería enterrado en la localidad manchega de Daimiel, de donde era natural.

Algunos investigadores aseguran que el inspector se había desplazado siguiendo una pista, junto a otro policía, a una casa del campo donde se imprimía prensa ilegal (concretamente el denominado "Elche Rojo" del que se editaban 25 ejemplares) y que al ser reconocidos como agentes por sus moradores se entabló un tiroteo que acabó con la muerte de Maján.

Sin embargo, el Archivo Municipal de Elche atesora un documento manuscrito, sin fechar y sin firmar, que fue depositado hace seis o siete años por los familiares del autor junto a otros documentos de la época y en el que se relata, con todo lujo de detalles, lo acontecido en aquella jornada. Cuenta el escrito que a finales del 44 la Policía había captado en Valencia las pruebas de radio que estaba realizando una "organización clandestina" en una casa de campo de Elche, donde también había una imprenta. A raíz de este hecho se extienden los registros por Alicante y Elche, y llegan a un bar de la capital regentado por un conocido comunista. Al parecer, mientras los agentes están en el bar entra al establecimiento un campesino ilicitano que llevaba en el portaequipajes de su bicicleta hojas impresas de ideología comunista y que debía trasladar a Alicante. El "enlace" y la propaganda fueron interceptadas y, tras 16 días, el detenido "cantó".

El manuscrito asegura que dos policías, concretamente dos secretas "con desmedido afán de protagonismo, cogen un coche y con el detenido esposado marchan a Elche", donde comunicaron al agente de guardia de la Comisaría el motivo de su visita a la ciudad, por lo que éste (Maján) se subió al coche con ellos y se encaminaron los tres camino de Valverde.

El documento sigue explicando que una vez en la casa los dos policías de Alicante se escondieron, mientras que Maján se dirigió a la vivienda para ordenar que abrieran la puerta, aunque "desde dentro disparan algunos tiros y el policía cae muerto, los dos compañeros de Alicante salen corriendo en su huida ni socorren al compañero ni se acuerdan del coche y el detenido". Parece, a tenor del relato, que mientras que los ocupantes de la casa huían, "varios autocares cargados con guardia civil y policía armada uniformada rodean la casa. Requisan la imprenta y la emisora" y precintaron la casa, "que unos días después sería incendiada por un grupo de falangistas". A los pocos días, la Guardia Civil encontraría en la Vega Baja a uno de los ocupantes de la casa, un ilicitano que fue juzgado y fusilado. Otros cinco alcanzaron el norte de la provincia, pero fueron delatados por un pastor que los vio ocultarse en una cueva, de donde "no escapó ninguno, ni herido, todos resultaron muertos". El dueño de la casa había logrado esconderse bajo las "garbas" de leña y después huyó hacia la zona de Carrizales, donde también fue localizado.

El inédito manuscrito dice que "si la represión antes de la muerte del policía había sido feroz, después de la muerte del policía no hay calificativo que se le pueda aplicar. El centro de interrogatorios es el Palacio de Altamira, lugar donde se encuentra instalada la cárcel judicial. Hay muertos apaleados y después arrojados por el puente al cauce seco del río Vinalopó. Estos constan legalmente como suicidados. Hay quienes se quedan inútiles por estar horas y horas colgando por los sobacos, hay simulacros de fusilamiento en las paredes del cementerio, hay palizas brutales, hasta para mujeres, alguna embarazada".

Los detenidos a raíz de la muerte de Maján superaron los 700 en toda la provincia, sobre todo en Elche y la Vega baja, aunque al final sólo fueron condenados 20.

Elche dedicó una calle a la memoria del inspector Maján, aunque una decisión de la comisión de Cultura de junio del 84 decidió que a partir de ese momento el pasaje ubicado junto al colegio Ferrández Cruz pasara a llamarse Alejandro Ramos Folqués.