El paraje natural de El Hondo presenta prácticamente 18 veces más de salinidad de lo que debería ser recomendable. Desde Riegos de Levante, propietaria de este enclave, pero no única gestora del mismo, se señala que esto se traduce simplemente en querer dejar morir un entorno natural con una rica presencia de flora y fauna, una situación, según la entidad de riego, donde sólo hay un único culpable: la Generalitat Valenciana.

El decreto conocido popularmente como de la malvasía cabeciblanca, porque teóricamente protege a ésta y otras aves, impide introducir o evacuar grandes cantidades de agua a los dos embalses de El Hondo, el de Levante y el de Poniente, entre el 1 de febrero y el 31 de agosto.

Esto significa que las aguas de El Hondo, en los meses de más calor, apenas se pueden renovar, a pesar de que los últimos meses hayan sido pluviométricamente satisfactorios.

A esto se suma que el canal principal a través del cual se impulsa agua del río Segura a El Hondo, y que resultó seriamente dañado a principios del pasado mes de octubre por las lluvias torrenciales, acaba de ser reparado hace escasas semanas, con un coste de 900.000 euros, sufragados por el Consell.

Es decir, la reparación llega a su término en un momento en el que el canal no se puede aprovechar, precisamente por ese decreto de la malvasía.

Está demostrada la existencia de una relación entre la salinidad y la conductividad eléctrica del agua y, como esta última propiedad puede medirse fácilmente, se usa para estimar la salinidad. Pues bien, los técnicos de Riegos de Levante ya han obtenido mediciones de unas condiciones de las aguas que están lejos de ser las más optimas.

A estas aguas estancadas, con ya de por sí una elevada conductividad, más de 18.000 según Riegos de Levante -cuando lo normal debe ser una conductividad aproximada de 1.000-, sólo falta añadirles unas persistentes elevadas temperaturas para que vuelvan a reproducirse los episodios de estos últimos años de botulismo, una toxina que provoca la muerte de aves, peces y otros animales.

"Los embalses están supersalinizados, tienen más de 18.000 de conductividad. Un poco más y tienen la del mar, cuando, para poder regar, el agua no debería tener más de 1.000 de conductividad", señala el portavoz de Riegos de Levante, Ángel Urbina.

Los regantes temen que con las altas temperaturas que se estiman y el estado actual de las aguas estancadas, que, además, hacen casi inservible el riego y, por otro lado, no son las más óptimas para la alimentación y nidificación de las aves, se vuelvan a repetir este verano las escenas de decenas de animales muertos en los canales, como ya ha ocurrido en años anteriores, debido precisamente al botulismo.