Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La contracrónica

Jonathas de Unamuno

1.750 días después, el delantero brasileño volvía a jugar en un Martínez Valero que esperaba con ansias una nueva lección magistral del mejor «9» que han visto en color

Jonathas se llevó los aplausos. antonio amorós

«Como decíamos ayer». Estas tres palabras están cargadas de una simbología especial en la historia de España. Se le atribuyen a Fray Luis de León en el siglo XVI tras pasar cinco años en la cárcel por orden de la Santa Inquisición. Y a ellas hizo un guiño Miguel de Unamuno cuando fue restituido en su cargo de profesor y rector de la Universidad de Salamanca en tiempos convulsos, tras haberse visto obligado al destierro en Fuerteventura y París durante la dictadura de Primo de Rivera.

Ayer, en el Elche-Numancia, se anunciaba otra clase especial, casi cinco años después. 1.750 días habían pasado desde el último partido de Jonathas con la franja verde, en mayo de 2015. En todo este tiempo, tanto el club como el jugador han pasado su destierro particular. El Elche bajó a Segunda en los despachos, a Segunda B en el césped y se vio con la soga al cuello hasta la aparición de otro catedrático, Pacheta, que lo ha devuelto al buen camino. Jonathas cogió su petate y deambuló por diversos equipos y países, sin encontrar nunca la felicidad plena que había tenido en Elche.

En su primer partido en el Martínez Valero, la historia del reencuentro de Jonathas y el franjiverdismo se escribió con renglones rectos y letras majestuosas. No es el Jonathas de 2015, pero en el minuto 65 se reencontró con el gol al rematar con voracidad un centro de Pere Milla. Poco después llegó el reconocimiento. El momentazo fue épico: ovación para Jonathas al ser sustituido y atronador recibimiento a Nino. Uno no sabría decir cuál fue mejor, como elegir entre papá y mamá. Lo que sí sabe es que a los diez mil «estudiantes» de la clase de ayer en el templo ilicitano se les erizó la piel. Por un momento se juntaron demasiados sentimientos en las historias que representan Nino y Jonathas y en lo que pueden hacer juntos de aquí a final de temporada.

Porque creo que ya es hora de liarse la manta la cabeza. De decir «aquí estoy yo». De propagar franjiverdismo ante quien sea y donde sea. Y de hacerlo con la cabeza levantada, mirando al frente y a los ojos al rival que se ponga por delante. Cinco años son demasiados para seguir pensando en todo lo que se perdió en las guerras entre Sepulcre, Anguix, Tebas y demás. El Elche es gente como Nino o Jonathas. El Elche es entrenadores como Pacheta. El Elche es jugadores como Josema o Escriche, que llevan cuatro días en el club y ya parecen de la familia.

El Elche es la melena al viento de Juan Cruz y las paradas milagrosas de Edgar Badia. El Elche es Óscar Gil dispuesto a recibir un golpe contra el poste o una patada de roja de un rival por un sueldo de juvenil. El Elche es Ramón Folch arriesgando en la salida en corto o Manuel Sánchez mandando un balón al anillo, si es necesario. El Elche, en definitiva, es la comunión que se vive entre la grada y el césped cada vez que hay partido en el Martínez Valero. Y así, hasta donde lleguen estos jugadores, sean 50 puntos, 60, 70 u 80. Es lo de menos cuando dan ejemplo de competividad.

El partido contra el Numancia debía suponer un punto de inflexión en la temporada del Elche. Tras tres jornadas sin ganar, tocaba saber cuál era el plan, si mirar hacia arriba o hacerlo hacia abajo. La respuesta no pudo ser mejor. El Elche decidió que un paso era poco y dio un salto hacia delante, con bajas importantes y dos jugadores de Primera como Jonathas y Víctor Rodríguez aún de pretemporada. Si físicamente se ponen a tono y las lesiones respetan al vestuario, la ilusión que empieza a desprender este equipo nos va a obligar a estar pendientes de ellos hasta finales de junio.

Resultado y sensaciones aparte, lo mejor del partido contra el Numancia volvió a ser el ambiente de la grada. La afición supo sufrir la primera media hora, el tiempo de tanteo que aguantaron los sorianos sobre el césped antes de encajar el primer golpe, que prácticamente les dejó KO.

A partir de ahí, todo fue rodado. La expulsión de Héctor Hernández, las «delicatessen» de Escriche, el gol de Jonathas, su posterior celebración, las ovaciones al brasileño y a Nino y los «olés» del final. La de ayer fue una clase que los diez mil asistentes al Aula Magna del estadio Martínez Valero tardarán en olvidar. La tarde en que Jonathas volvió a doctorarse con un gol. 1.750 días de destierro. Ojalá sea el primer paso para volver al edén del fútbol.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats