«Hogar, dulce hogar». Frase estampada en cuadros, tazas y felpudos frente al portal de casa, que lleva al ser humano a potenciar el vínculo con su guarida, donde debe sentirse protegido, a resguardo de los peligros existentes al cruzar la frontera que separa lo propio de lo comunitario o ajeno. En el fútbol, como imagen de la vida misma, el estadio de un equipo es ese fortín donde se busca sumar la mayor parte de los puntos a lo largo de una temporada. No todos lo hacen. El Elche de esta campaña es prueba de ello.
Pese a su magnífica trayectoria, los franjiverdes siguen sin encontrar su hogar este curso. El verano dejó la polémica con el césped y la sorprendente derrota frente al Fuenlabrada en la primera jornada, mientras que el otoño y el invierno no han servido para asentar a los de Pacheta en una fiabilidad como local que les ha llevado a sumar 18 puntos en 14 partidos, merced a cuatro victorias y seis empates. Los ilicitanos ya han sufrido cuatro derrotas en el Martínez Valero, las mismas, por ejemplo, que en toda la 2018/19.
Sin embargo, los números llaman aún más la atención al ponerlos en contexto con la historia reciente del conjunto franjiverde. En Segunda División, el Elche actual es el peor como local de los últimos 20 años. Desde que en la 2000/01 el equipo entonces dirigido por Felipe Mesones y Jorge d'Alessandro sumara 16 puntos a estas alturas de competición, ningún otro había conseguido tan pocos puntos en el Martínez Valero, ni siquiera el que acabó descendiendo a Segunda B en 2016.
Difícil de explicar
La explicación de esta transformación a lo Doctor Jekyll y Mister Hyde es difícil de ofrecer. A domicilio, los de Pacheta son el cuarto mejor equipo de la categoría, al haber sumado 22 puntos. Solo le superan el Cádiz (24), el Almería (23, con un partido más) y Alcorcón (22, mejor diferencia de goles). Los ilicitanos son, junto a alfareros y Albacete, los tres equipos de Segunda que han obtenido más puntos lejos de casa que en sus propios estadios este curso.
A principio de Liga, el mal estado del césped del Martínez Valero fue uno de los motivos de debate sobre el irregular rendimiento como local de los hombres de Pacheta. La mejora del verde no ha traído consigo una alta fiabilidad en casa que, en caso de haberse producido, tendría a los ilicitanos peleando por el ascenso directo.
El técnico franjiverde ha señalado en muchas ocasiones el estilo abierto que proponen los suyos como una de las virtudes que ha llevado al Elche a ocupar la zona alta de la clasificación. En sus partidos siempre pasan cosas y el 0-0 es un resultado que no se ve con una franja verde de por medio.
En la ciudad de las palmeras esto puede acabar siendo uno de los inconvenientes para cerrar partidos y sumar puntos. El Elche sólo ha mantenido la portería a cero en tres encuentros como local esta campaña (Ponferradina, Racing y Málaga) y el público asistente al coliseo ilicitano no se va a casa sin ver goles desde la jornada 41 de la temporada pasada.
La buena racha de los últimos meses de competición, con el añadido de la más que honrosa eliminación en Copa frente al Athletic, tuvo su borrón contra el Zaragoza, primer equipo capaz de ganar en el Martínez Valero en 2020. La dificultad del calendario puede ser otro motivo a tener en cuenta para explicar algún que otro punto ausente. Las Palmas se exhibió en Elche, los maños también firmaron una actuación a destacar y el Alcorcón sigue invicto a domicilio. Eso sí, a principio de Liga se esfumaron victorias frente a equipos como Tenerife, Lugo, Rayo o Sporting; partidos en los que los de Pacheta debieron mantener su botín.
Mientras el rendimiento no decaiga a domicilio, el Elche seguirá buscando el hogar perdido en el Martínez Valero. A poco que lo encuentre, el objetivo de la permanencia será aún más accesible. Y si durante la primavera logra hacer de su estadio un fortín, los franjiverdes podrán pensar con las metas más altas posibles.
