Si la etapa de José Sepulcre al frente del Elche Club de Fútbol se tuviera que resumir en un breve titular, solo tres palabras, pocos mejores habría que el del magnífico musical de Broadway llevado al cine en 1965. Ya cada uno, especialmente el protagonista principal en la soledad necesaria para el análisis y la autocrítica, decidirá cuánto hubo de uno y cuánto de otro.

Catorce años dan para mucho. Para acertar y para equivocarse. Sepulcre ha encabezado un reparto con multitud de actores secundarios: Antonio Rocamora, Juan Carlos Ramírez, José Bordalás, Juan Anguix, Fran Escribá, Toño García Hita, Mercedes Alonso, Javier Tebas, Manuel Illueca, Pacheta... Unos más importantes que otros. Unos más afinados que otros.

«Hablar poco y hacer mucho». Esta frase es de José Sepulcre. Fuentes, no Coves. Fue el lema de su campaña a la presidencia del Elche en 1987. Unas elecciones en las que se impuso a Pablo Serna y que le llevaron a ser presidente de la entidad hasta marzo del año siguiente, cuando dimitió con el club camino de Primera División. Tiempo después, su hijo completaría el círculo, con una etapa al frente del club que ahora finaliza y un ascenso a Primera con baño (de masas y de agua, en la fuente de La Glorieta) incluido. Sonrisas.

El hijo quiso hacer suyo el lema del padre, pero no siempre lo ha conseguido. La hemeroteca suele ser mala compañera cuando uno da demasiada libertad a su lengua y Sepulcre ha sido prisionero de sus palabras en demasiadas ocasiones. Llegan las lágrimas.

En la historia negra del club está el sainete del «préstamo fantasma», con rueda de prensa oficial a bombo y platillo incluida, uno de los capítulos principales de una serie de nefastas decisiones en la gestión que provocó, en el verano de 2015, el descenso administrativo del Elche a Segunda División. Ahora, sus palabras también se las lleva el viento. O, mejor dicho, 18 millones de euros. Que no son pocos. En el archivo histórico quedan sus continuas referencias a que el Elche no estaría seguro en manos que no fueran ilicitanas o, durante su triunfante regreso a la primerísima plana durante la pasada primavera, a ese proyecto a cuatro años vista para el que se contrató a golpe de talonario y con contratos blindados a profesionales cualificados como Patricia Rodríguez y Nico Rodríguez, que ahora quedan a la expectativa de las decisiones del nuevo propietario.

Ellos al menos se ganaron esa protección por parte del máximo accionista, al contrario que otros trabajadores con sueldos más modestos y trayectoria más amplia en la entidad que han abandonado el Elche por la puerta de atrás en los últimos meses.

Quienes conocen a Sepulcre en la distancia corta coinciden en varias cosas. Una de ellas, es buena persona. Otra, quizás consecuencia de la primera, nunca fue un jefe duro, de los que infunden respeto. En las oficinas su presencia despertaba más bromas que miedo. Una tercera, derivada de las anteriores, su gestión en el Elche Club de Fútbol siempre se ha basado en apagar fuegos más que en prevenirlos. Nunca ha habido proyecto como tal porque nunca ha habido una gestión lo suficientemente firme como para sustentarlo.

Ni siquiera con el ascenso a Primera División, un hecho histórico que casi le cuesta la vida a la Sociedad Anónima Deportiva. Las prisas, los miedos y los malos consejos llevaron al Elche a pagar de más por futbolistas que valían mucho menos, a endeudarse y a guardar impagos y multas en el fondo de los cajones que en LaLiga se usaron como guillotina para dar ejemplo ante los otros 41 clubes profesionales.

Cuando Sepulcre quiso reaccionar ya era tarde. Además, apareció en escena un supuesto héroe que ni tenía capa ni músculo (financiero) para salvar al Elche de una de las peores situaciones de su casi centenaria historia. Un personaje a quien, tampoco lo olvidemos, fue Sepulcre quien le abrió las puertas del Martínez Valero, aunque luego tratara de cerrárselas a toda costa, sin ningún éxito.

No pongo en duda que las intenciones de José Sepulcre Coves hayan sido, en el fondo, honestas hacia el club que presidió primero y del que ha sido accionista mayoritario después. Me consta el sufrimiento personal y familiar que ha tenido que soportar por sus errores durante el tramo final de su presidencia. Tampoco sé si todo eso se puede llegar a compensar con 18 millones de euros que, repito, no son pocos. Lo único que me apena es que no fuera fiel al lema de José Sepulcre Fuentes.

En los últimos 14 años, muchas palabras pero, por desgracia, ha faltado un proyecto. Algo de lo que, por cierto, el Elche Club de Fútbol adolece desde antes de 2006. No hay más que repasar su historia moderna, desde la década de los 90. Siempre con ilicitanos. Da que pensar. Y, posiblemente, sea para echarse a llorar.