Un Elche menor y desdibujado, sin rastro del equipo compacto y eficaz a domicilio de esta temporada, cosechó ayer en Huesca su tercera derrota en los cinco últimos partidos. Superado de principio a fin por el cuadro aragonés, el conjunto franjiverde se quedó sin respuesta alguna ante el aluvión de fútbol y ocasiones que le cayó en El Alcoraz.
Flojo en defensa e inofensivo en ataque, el cuadro ilicitano enlazó un nuevo traspié tras la derrota en el Martínez Valero ante el Sporting y encadenó un nuevo partido sin marcar y casi sin tirar a puerta: ayer sólo lo intentó con un centro-chut de Andoni López y un remate de Manuel Sánchez que desvió a córner el meta Álvaro en la única acción ofensiva de mérito de los de Pacheta.
Con ser malo este balance, peor aún fue la imagen: el Elche dio la sensación de conformarse y resignarse ante la derrota. No se le vio ningún gesto de rebeldía o de inconformismo; como si aceptara de antemano su inferioridad ante uno de los mejores equipos de la categoría. Es cierto que el Huesca cuenta con un puñado de magníficos futbolistas -Mikel Rico, Okazaki, Juan Carlos Real, Mosquera,...-, pero también el Girona y el Rayo tienen cartel de favoritos y jugadores de Primera con los que los franjiverdes compitieron de tú a tú, sin ningún complejo ni sensación de inferioridad.
Tiene trabajo por delante Pacheta para rearmar anímica y futbolísticamente a sus hombres, que ayer se vieron desbordados desde el pitido inicial con llegadas constantes por las dos bandas de los laterales del Huesca, tres remates a los palos de Cristo y Okazaki y un naufragio general en todas las líneas franjiverdes.
Volvía a la titularidad el «cerebro» Gonzalo Villar, pero el equipo tampoco lo notó. Ausentes y desconectados Fidel, Iván Sánchez y Pere Milla, el Elche nunca supo cómo dar réplica al mejor equipo al que se ha enfrentado en estas 13 jornadas y se libró de milagro de una dolorosa goleada. Puede que el Huesca sea un rival de «otra» Liga, pero no encaja en las señas de identidad del equipo franjiverde la poca energía y la nula resistencia a la derrota que demostró durante muchas fases del partido. La intensidad y el carácter no se negocian.
