Dani Provencio puso ayer punto y final a su etapa en el Elche. El centrocampista tiene un año más de contrato y se ha marchado cedido al Ibiza, aunque tiene una cláusula mediante la cual, si el conjunto balear asciende, se quedará en tierras ibicencas. El futbolista madrileño ha sido todo un ejemplo de profesional en el club ilicitano. Los focos del ascenso se lo llevaron Nino, José Juan, Benja, Gonzalo Verdú, Neyder... porque tuvieron más imagen de cara a la grada. Pero Provencio, como actor secundario, fue clave para la consecución del éxito. En el vetusto campo de El Clariano, cuando el equipo franjiverde perdió 1-0 con el Ontinyent, fue el encargado de pegar un golpe encima de la mesa, salió a atender a los medios de comunicación, en uno de los momentos más difíciles de la temporada, y no se cortó: «O pegamos un cambio o no vamos a ningún sitio». Sus palabras tenían unos destinatarios: la directiva y la dirección deportiva. Provencio tenía claro que con Josico en el banquillo lograr el objetivo iba a ser casi una utopía. El vestuario se reveló y el madrileño ejerció de capitán de la revuelta. Esa misma noche, el técnico manchego fue destituido y llegó Pacheta. La mutuación que experimento el equipo ya es de sobra conocida. El centrocampista era consciente de que todo lo que no fuese ascender era un fracaso y ponía en riesgo el futuro de la entidad. Por ello, aún se recuerda su cara cuando el Sporting B marcó en Mareo y el Elche estaba eliminado. Todo un poema y con las lágrimas a punto de caerle. Nino lo arregló. Esta temporada apenas ha jugado, era uno de los capitanes de la plantilla y nunca ha levantado la voz. Ahora dice adiós, pero deja la impronta de un futbolista que todos los equipos y todo vestuario necesitan.
