El Elche afrontará la última eliminatoria del «play-off» de ascenso a Segunda División ante un rival que ha compartido grupo en la fase regular. El conocimiento mutuo y la importancia del resultado final puede hacer que el partido discurra por los cauces del respeto y estudio táctico del rival, poco ritmo de juego y más intención de no fallar que de desequilibrar. Esta circunstancia, ya dada en los partidos de liga concluidos con dos empates a cero, favorecería a mi juicio el mayor oficio de los jugadores del Elche para manejar situaciones de alta responsabilidad y jugadas a balón parado. El modelo de juego del Villarreal es fiel a una escuela muy definida desde hace muchos años. Sobre su típico dibujo 4-2-2-2, el equipo amarillo busca desde el inicio el control del partido con balón, posesiones largas, mucho juego interior, con extremos que buscarán generar superioridades por dentro y búsqueda de la profundidad con laterales de largo recorrido y rupturas verticales de los delanteros.

Cantero en la portería, Juan y Pau en el centro de la defensa e Imanol y Morlanes en el mediocentro son el sólido armazón que con inteligencia táctica y sentido del equilibrio sostienen a un equipo de extraordinario talento ofensivo. Miguelón o la más conservadora opción de Roger y Quintilla tratarán de sorprender por fuera aunque sus carriles pueden ser la puerta de entrada más accesible para el ataque ilicitano.

En los extremos a pierna cambiada tratarán de superar duelos Chuca y Samuel éste último, a mi juicio, la aparición más brillante de la temporada llamado al fútbol de élite y que desde la izquierda está marcando claras diferencias.

Arriba el carácter, la garra y el gol de Dalmau y el exquisito pie izquierdo de Raba ponen la guinda de calidad a un equipo demoledor en situaciones de transición y con espacios para correr.