Diego Quiles Navarro logró en su tercer proyecto como presidente del Elche sacar al club del pozo de la Segunda B. Quique Hernández y Felipe Mesones encabezaron los dos primeros, pero Ciriaco Cano consiguió en Barakaldo la hazaña, después de que en el camino se viera obligado a prescindir de Fabri y Marcial Pina. Un gol de Cuxart obró el milagro en Lasesarre. Quiles nunca olvidará aquel día. «Es la mayor alegría que he tenido como máximo dirigente franjiverde, mucho más que en el ascenso a Primera de 1984», afirma el expresidente del Elche.
P ¿Todavía tiene en la mente los dos ascensos a Segunda que pudo festejar como presidente de la entidad ilicitana?
R Sólo recuerdo el pitido final. En ambos ascensos las pasamos canutas. Sufrimos mucho. Bueno, yo diría que muchísimo. En Barakaldo el reloj no corría y en el palco lo pasé realmente mal hasta que se consumó el ansiado regreso a Segunda División. Una semana antes, recuerdo, el presidente del Córdoba se había dado un paseíllo celebrando en el Martínez Valero que iban a dar el salto de categoría y, al final, los que cantamos el alirón fuimos nosotros. Un detalle que demuestra que en el fútbol hasta que el árbitro no señale el final nadie puede celebrar nada.
P En Melilla, dos años después, tampoco fue sencillo recuperar la categoría perdida...
R Otra eliminatoria a cara de perro y de mucha tensión. Aquí marcamos el gol del triunfo, 2-1, en el tiempo añadido, y gracias a Nino. Luego, allí nos estaban esperando como fieras por unos incidentes que habían ocurrido en la ida que yo desconocía. Antes de empezar el partido, me pasé por el vestuario para animar a los jugadores y, cuando subí al palco, los aficionados parecían enloquecer y me lanzaban puñetazos. Fue algo increíble. Durante todo el encuentro había gente que nos escupía. Cuando terminó el duelo, y con el ascenso en el bolsillo, comenzaron a volar por encima de nuestra cabeza piedras. En el autobús ocurrió algo semejante. Afortunadamente, se logró el objetivo y pudimos salir de allí sanos y salvos, y con el ascenso a Segunda debajo del brazo.
P ¿Tan díficil es escapar del pozo de la Segunda División B?
R Abandonar esta categoría es una auténtica odisea. Hay que trabajar todo el año para meterse entre los cuatro primeros y luego te enfrentas a seis duras finales en las que todo puede sucecer. No puedes tener ningún tipo de desliz. En pequeños detalles una gran campaña se puede ir al traste y todo lo trabajado hasta entonces no te vale para nada. Desconozco la situación monetaria que tiene ahora el club, pero pienso que es imprescindible, a nivel económico, salir de ahí lo antes posible. Si nos atenemos a la afición, pienso que es de Primera y, como mínimo, se merece estar en Segunda. Un ascenso les daría la vida a unos seguidores franjiverdes que llevan tiempo pasándolo mal, desde que nos bajaron de Primera en los despachos.
P ¿Le parece que el Elche está capacitado para ganar el domingo en Mareo?
R Tenemos una pequeña ventaja, un 2-1, pero no podemos pensar que está hecho. El Sporting B demostró aquí ser un buen equipo, con unos jugadores que saben muy bien lo que tienen que hacer, pero el Elche también cuenta con buenos mimbres y un gran técnico.
P El que sigue marcando goles es Nino...
R Habrá que renovarle un par de años más y dedicarle una calle o algo más. Ha sido mi futbolista preferido. Suelo tener charlas con él porque, por encima de lo gran futbolista que es, destaca porque es una extraordinaria persona. Siempre que puedo ir al campo durante la semana hablo con él. Es muy grande. Sabe que tiene que seguir marcando goles para sacar al equipo de su vida de ahí abajo. Sabe que lo quiero mucho. Es mi debilidad.
