Hablar de Luciano Sánchez García (Béjar, 1944) posiblemente no sugiera mucho a los más jóvenes aficionados del Elche. Sin embargo, si añadimos el nombre futbolístico de «Vavá» la mente comienza a resetear como una computadora hasta dar con un delantero que escribió con mayúsculas la historia del club ilicitano y del viejo estadio de Altabix.

Tan importante es su legado que, a fecha de hoy, duerme plácidamente en un piso construido justo encima de las ruinas del antiguo campo donde hacía soñar a los aficionados franjiverdes.

Todo ocurrió en la década de los 60 en la que los grandes clubes tampoco escatimaban a la hora de llevarse a los «ases» goleadores de la Liga. En aquel entonces, las cifras que se manejaban para fichajes eran igualmente mareantes como ahora, tanto para los clubes como para los propios futbolistas.

El Elche era una de esas entidades que andaba en números rojos y sobre la mesa del presidente, Martínez Valero, caían habitualmente ofertas para tres iconos franjiverdes: Lico, Marcial y Vavá, siendo éste último el más cotizado en el mercado por sus 18 goles de la Primera División, que lo convirtieron en el «pichichi», el primer y único jugador de la historia del Elche en conseguir tal hazaña.

Era el 8 de marzo de 1966. Después de una semana complicada y tras sufrir el equipo ilicitano «el partido del terror», en Inca, donde los seguidores locales acabaron invadiendo el campo, persiguiendo a los franjiverdes con lanzamiento de todo tipo de objetos e intentando volcar el autocar.

Valencia, Barcelona y Español tentaron al futbolista, pero fue el conjunto de la capital del Turia el que realmente se plantó en las oficinas de La Glorieta para llevarse a toda costa a Vavá. Sobre la mesa, varios millones de pesetas y dos jugadores a cambio: Poli y Urtiaga. También consta otra contraoferta que alcanzó los doce millones.

Se inició ese momento la denominada «Operación Osterreicher». El Español tampoco escatimó y entró en la puja ofreciendo 14,5 millones de las antiguas pesetas por el goleador y Marcial. En esa negociación solo pudo salir el segundo. Y, por último, el FC Barcelona ofrecía 7 millones y dos jugadores.

«Tenía 21 años y acababa de ser Pichichi de Primera. Me mandaron a Madrid para firmar el contrato con el club culé, pero cuando llegué me informaron de que el Elche rechazaba la oferta. La directiva le cogió miedo a mi traspaso por la posible reacción de la afición. Llevaba dos temporadas marcandado todos los goles del equipo. Para mí era la edad ideal para traspasarme, pero el presidente Martínez Valero no aceptó», recuerdacon resignación Vavá.

Ninguna de las negociaciones prosperó. El de Béjar quería cambiar de aires, pero sus entrenadores tampoco se lo pusieron fácil. No se movería hasta el tramo final de su carrera deportiva, a pesar de las numerosas ofertas recibidas.

Vavá lo fue todo para el Elche y su ciudad. Un icono que a día de hoy sigue teniendo poder de conv0catoria con sus fans de aquélla década, especialmente cuando ronda el centro de salud de Altabix, un supermercado o se pasea por alguno de los parques de la zona. Es inconfundible. Allá donde se aprecie un corrillo de gente, es porque esta leyenda sigue explicando alguna de sus genialidades futbolísticas. «Siempre estamos hablando de fútbol», asegura.

Superó a Luis Aragonés

El delantero no pasó desapercibido y sobre el terreno de juego se convirtió en una auténtica pesadilla para sus rivales. Elche vio crecer a una figura que consiguió arrebatar el «Pichichi» nada menos que a Luis Aragónes (Atlético de Madrid) en una última jornada de infarto. Los colchoneros se jugaban el título de Liga en el campo del Español y Aragonés el trofeo de máximo goleador con el delantero franjiverde. Ambos llegaron con 18 goles, pero Romero le dio una asistencia milimétrica que supuso la victoria del Elche ante el Valencia (2-1) y, ese gol de más superaba al colchonero en el tiempo de prolongación.

Vavá no pudo contener el júbilo, derramando lágrimas de alegría. A la conclusión del encuentro, la hinchada saltó al campo para abrazarlo y festejar un hecho que todavía es inédito en el club ilicitano. «Fue un gol que contó con la asistencia de Romero, que pasó el balón a la derecha y pude batir al que era hijo de Ricardo Zamora con un tiro cruzado», recuerda el goleador franjiverde.

Pero la huella que dejó el delantero salmantino fue aún más profunda, ya que se convirtió en el primer jugador del Elche en vestir la camiseta de la Selección Española y artífice del equipo que consiguió llegar a la final de Copa en el Bernabéu ante el Athlétic Club de Bilbao, en la temporada 1968-69.

Peña Vavá

Vavá fue uno de los ilustres que tuvieron una peña con su nombre. Se creó en el momento que pasó del Deportivo Ilicitano al primer equipo y contó con el apoyo de 33 aficionados de los que destacaban Julio Paterna, Hermenegildo Hernández, Rafael Botella, Tomás Verdú, Antonio Urbán, Bernardino Gomáriz y el famoso Sixto Marco.

En declaraciones a la Prensa en 1966, Vavá admitió que el tanto que marcó en Lisboa con la Selción Española propició que el seleccionador y muchos clubes se fijaran en él. De todos los goles que marcó, el ariete se queda con el que anotó en Altabix al Barcelona, que supuso el triunfo franjiverde en la temporada 1966-67; y el que le hizo al Real Madrid en el Bernabéu casi desde el punto de córner con un lanzamiento en parábola que se coló en el palo corto.

«Son goles que no se olvidan. Al Barcelona le ganamos 1-0 con un tanto de mucha picardía, ya que vi al portero adelantado y se la piqué por encima. ¡Se la tragó entera!.. Y el que logré ante el Real Madrid supuso el 2-1 a favornuestro. Aunque la hazaña más grande es la que hice ante el Sporting de Gijón, que le marqué cuatro de los cinco goles que logró el Elche», recuerda Vavá 51 años después.

El jugador del Elche ha sido artífice de las historias más bellas del club ilicitano, aunque también tuvo que sufrir momentos amargos como el descenso de categoría en la temporada 1970-71 o el momento en que abandonó la entidad para tomar rumbo a Coruña. Cuando alcanzó los 32 años decidió colgar las botas, no era el Vavá de los años 60. Sin embargo, los ilicitanos lo recuperaron poco después, ya que el salmantino volvió hacer sus maletas rumbo a la ciudad de las palmeras para disfrutar durante todos estos años de «la ciudad que me lo dio todo en esta vida», destaca.

En su domicilio todavía conserva todo aquello que consiguió a lo largo de su trayectoria: el calor de una familia, centenares de fotografías, trofeos reservados para los más brillantes y un ambiente inequívoco de puro fútbol. Vavá ha sido y es uno de los grandes.