El descenso del Elche no ha pillado a nadie de sorpresa. Dada la espiral en la que se vio envuelto el equipo en los últimos meses bien podría titularse la película de su caída a Segunda B como la «Crónica de una muerte anunciada. Estas son las diez claves que han marcado el devenir del equipo.

La salida de Contreras y Planes

El comienzo no pudo ser peor. El actual consejo decidió cambiar de golpe y porrazo su comisión deportiva. Juan Contreras y Ramón Planes decidieron irse al comprobar que no iban a ser libres para confeccionar una plantilla como lo fueron un año antes con Rubén Baraja en el banquillo. El mismo día que iban a presentar a Lucas Alcaraz como técnico apareció el director deportivo diciendo que se iba. Una semana antes, Rubén Baraja no aceptó la renovación al no verlo claro. En su lugar llegaron Toril, como técnico, y José Luis Molina, de director deportivo.

El adiós de Serrano y Alberola

El cambio de filosofía comenzó a fraguarse el 19 de abril de 2016 cuando Diego García fue nombrado nuevo presidente y tanto Juan Serrano, que se había hecho cargo del club unos meses antes, y el vicepresidente José Alberola se vieron obligados a salir por la puerta atrás. Serrano y Alberola dejaban trabajar a la comisión deportiva, mientras que con la llegada de García el consejo la controló de forma más directa.

Una plantilla desequilibrada

La plantilla que se confeccionó no era las más idónea si nos atenemos al equilibrio. Demasiados mediapuntas y sin ningún pivote defensivo desde que se lesionó Mandi y se optó por dejar salir a Lolo. El equipo nunca tuvo consistencia en la medular y con el paso del tiempo lo ha pagado caro. José Luis Molina trajo buenos futbolistas, pero el técnico, en muchos de los casos, no supo explotarlos. Eso les separó.

Un técnico poco exigente

Donde no acertó «Chuti» Molina fue en la elección de Toril. Venía de estar dos campañas sin dirigir a ningún equipo después de estar al frente del Real Madrid-Castilla. Al contrario de Rubén Baraja, nunca tuvo claro que esto es Segunda División y que lo primero que tienen que hacer los equipos es mantener la portería a cero, para luego crecer en tareas ofensivas.

Un estilo de juego que embelesaba, pero poco competitivo

La forma de jugar preciosista de Alberto Toril embelesó al principio a la concurrencia. Muchos lo prefirieron al de Rubén Baraja, de la temporada anterior, calificado de rácano y resultadista. Nunca fue capaz de ganar dos partidos seguidos y cuando se vio obligado a ganar uno en los últimos meses para llegar a los 50 puntos que daban la salvación el equipo ilicitano el grupo se bloqueó. Nunca supo ser competitivo en toda la Liga.

Un estilo defensivo nefasto

El aspecto defensivo del equipo no se ha trabajado en todo el año. Es el segundo equipo más goleado de la categoría. Tanto en las jugadas en balón parado, como en los balones entre líneas, el Elche ha sido un coladero. Nunca ha sabido tirar un fuera de juego.

Hundimiento físico

En la recta final de la Liga el bajón físico ha sido tremendo. El equipo quedó sin chispa y perdió la capacidad de desborde de sus extremos, que en el inicio de Liga habían deslumbrado. Se quedó muerto.

Sin golpe en la mesa

Los futbolistas han sido profesionales, pero el ritmo impuesto por Toril era muy cómodo y cuando ha habido que apretar ya no había gasolina. Ningún jugador fue al presidente a plantear que por este camino no se llegaba a ningún sitio. Bueno, quizás, alguno como Armando, que perdió la titularidad, sí lo hizo y nadie le escuchó.

Plaga de lesiones

En el capítulo de lesiones el Elche no ha tenido suerte. Ha tenido sin poder jugar durante mucho tiempo a Matilla, Eldin o Mandi. Sin olvidar los casos de Guillermo, Fabián, Dorca o Pedro, que cayeron en los últimos meses y debilitaron al grupo.

Una destitución tardía

El día a día del equipo se dejó en mano de Toril y «Chuti» Molina. Cuando el club se dio cuenta, el Elche ya estaba en una dinámica peligrosa y era tarde. No había solución. Se optó por confiar en un hombre de la casa, pero a la segunda jornada ya quiso sustituirlo. El consejo se preocupó de los juzgados y olvidó el fútbol. Ahí están los resultados de un hundimiento histórico.