Una derrota muy cruel, demasiado para un equipo que supo interpretar bien los mensajes de Vicente Parras lanzados durante la semana, pero que, en el tiempo añadido vio como era castigado por los dioses del fútbol por sus pecados del pasado.

En un córner botado sobre el área franjiverde, el meta Juan Carlos despejó en primera instancia el balón, pero, Lago Junior, muy atento, recogió el esférico y lo mandó al fondo de la red ante la desesperación de los jugadores franjiverdes, que no acertaban a comprender cómo no habían sido capaces de defender bien la última jugada del partido.

Muchas veces, por mucho que se empeñen los «coach» que se ha puesto de moda, querer no es poder y la maldita Ley de Murphy, aquella que afirma que si algo puede ir peor, irá peor, se ha instalado en la moral de un conjunto como el ilicitano que vivió cómodo durante muchos instantes de la Liga, pero que ahora no sabe cómo salir del atolladero.

La sombra de Toril es muy alargada y cada día que pasa se notan más los destrozos que dejó dentro del vestuario: Un equipo con muchos lesionados, físicamente roto y con un nivel de exigencia mínimo. Un auténtico huracán.

Me lo apuntaba un amigo, parafraseando a Joan Manuel Serrat, que «nunca es triste la verdad... lo que no tiene es remedio». Y la realidad de este Elche es muy preocupante. Hasta el mismo Parras en la sala de Prensa dejó entrever que esto es lo que hay y con las mimbres que tiene se debe intentar salir de abajo. No hay otra y los jugadores deben ser conscientes que deben dar hasta la última gota de sudor para evitar la caída a los infiernos y que el futuro del club entre un camino sin retorno.

Golpe muy duro para el equipo ilicitano, en el debut de Vicente Parras en el banquillo, que deja al Elche todavía más hundido y con una sensación que recorre sus entrañas de que siempre pasa algo para que no se sume ni siquiera un punto.

Así va a ser complicado salir de abajo porque, además, el equipo sufre un bajón físico preocupante en las segundas partes que lo deja a merced de los rivales, que con muy poco son capaces de ganarles. Ahí están los casos más cercanos de Córdoba y Valladolid y, ayer, del Mallorca, que con tres puntos menos que los ilicitanos sueñan con no caer al pozo tras lograr ayer un triunfo agónico.

El Elche defendió bien en las jugadas a balón parado, pero en la última, el esférico se fue para adentro y sicológicamente la cabeza de los futbolista está muy tocada. Quedan cinco finales por delante para arreglar el entuerto y no va ser fácil, nadie dijo que así fuera, evitar el descalabro. Los ilicitanos se han quedado anclados en los 42 puntos y cada vez parece más complicado llegar a los 50 que teóricamente te dan el billete de la permanencia.

De más a menos

En la primera parte, se cumplió el guión diseñado por Vicente Parras. Bajo la premisa de la solidez atrás, con un hombre como Josete en el doble pivote, para equilibrar al equipo, el Elche, supo anular en ataque al Mallorca y reducir a la mínima expresión sus errores defensivos. Los bermellones sólo crearon peligro en un par de lanzamientos de faltas, pero Juan Carlos estuvo seguro bajo los palos en todos ellos.

A partir de ahí, con el balón en los pies, trató de que Borja Valle, Nino, Pedro y, sobre todo, Hervías, entraran en acción adelante. Ya en el minuto 3, Borja Valle, pudo adelantar al equipo ilicitano, pero su balón rebotó en el palo de Santamaría. Faltó suerte.

El núevo técnico dibujó en su estreno un claro 4-2-3-1, con Nino como media punta y Borja Valle como jugador más adelantado. Con el fin de dar equilibrio a la medular, Josete actuó de mediocentro defensivo, como ya jugara en sus inicios futbolísticos, dejando a Álex Fernández con mayor capacidad de maniobra.

El equipo apeló al orden y a la disciplina y huyó de los errores en defensa que tanto le penalizan. La lección, aunque sostenida por alfileres, parecía estar clara en los profesionales.

Durante esa primera parte todo salió como se esperaba, aunque adelante se estuvo bastante impreciso porque no se tuvo la templanza suficiente para tocar el balón y lanzarse sobre el área contraria con precisión. Sobró precipitación y faltó tranquilidad en un momento en el que la cabeza debe mandar sobre el físico, sobre todo cuando éste ya no se encuentra en las piernas de los futbolistas.

En la reanudación, la tónica del encuentro siguió por los mismos derroteros, aunque al Elche le faltó oxígeno para llegar arriba a medida que los minutos avanzaban. Los jugadores lo dieron todo, pero su línea de presión fue retrasándose y, al final, se terminó defendiendo muy cerca del área propia.

Guillermo por Borja Valle

Con la salida de Guillermo por Borja Valle, el técnico buscó potenciar el juego aéreo en el área contraria. El vizcaíno contó con dos claras ocasiones para marcar, pero sendos remates de cabeza se fueron arriba. Era una baza que había que aprovechar, ante la falta de finura en la medular, pero la suerte no estuvo del lado franjiverde en ese tipo de acciones.

Seguidamente, Pelayo saltó al campo por un exigido Josete, que llevaba mucho tiempo sin jugar tantos minutos, antes de que Parras sacara a Antonio Caballero, en lugar de Nino. El almeriense se involucró tanto en el trabajo de ayudas que al final no podía ya con su alma. La falta de físico el Elche la fue compensando el preparador como pudo, pero el destino le tenía guardado un triste final.

El Mallorca sólo lo intentó a balón parado y para ello fue acumulando jugadores de altura arriba. Y cuando el punto parecía que ya estaba en el zurrón, tras salvar dos peligrosos golpes francos al borde del área, Lago Junior hizo el gol local a la salida de un córner. Para tirarse de los pelos.

La afición balear pasó de pitar a sus jugadores a gritar el «sí se puede», mientras que en el lado franjiverde todo se vio oscuro, demasiado tras sumar cuatro derrotas consecutivas. Toca, a partir de hoy, levantarse, corregir errores y mirar al partido del sábado próximo ante el Mirandés.