«¡Ganarle al Cádiz, coño!». Así de efusivo se expresaba ayer Evaristo Carrió, técnico de aquel Elche que se quedó con la miel en los labios en el partido jugado ante el conjunto andaluz en un Martínez Valero lleno a rebosar, con más de 70.000 espectadores en las gradas, fosos, túnel de vestuario.... No había un hueco libre.
Aquel 24 de mayo de 1981 todavía es recordado en Elche como el partido de la gran decepción. A los franjiverdes sólo les hacía falta un empate para subir a Primera, pero cayeron derrotados ante un Cádiz que con esa victoria sí lo hizo. El preparador de Carcaixent sustituyó a Héctor Rial y revolucionó de tal manera al equipo, que lo llevó al último partido con todo a favor.
A la media hora de juego, un balón centrado al corazón del área del Elche era peinado por Zuñiga que, con la inestimable colaboración del portero del Elche Campos, ponía el 0-1 en el marcador. Txomin, en el minuto 56, empataba. En el 79, Juan José se internó por la banda derecha y puso un servicio que peinó Zúñiga hacia atrás. El balón llegó a Pepe Mejías que con un control exquisito y un trallazo con la derecha ponía el 1-2 final.
La leyenda del partido deja infinidad de rumores e incluso el propio Evaristo Carrió aún reconoce que «en las horas previas del duelo no me fiaba de nadie» y si hubiera hecho caso a las confidencias que le llegaban no hubieran jugado más de seis futbolistas. Carrió recuerda con amargura aquel duelo y confiesa que en el hotel de Santa Pola, donde estaban concentrados antes del partido, «un jugador hizo tres llamadas de teléfono, cuando estaba prohibido hacerlo». El preparador valenciano dice que «aquella derrota me dejó tocado moralmente y económicante perdí los 15 millones que me prometió Martínez Valero si subíamos».
