Ha nacido un arquero y su nombre es Álex Fernández. Suyos fueron los dos goles que dieron el triunfo al Elche ante el Valladolid ayer en el Martínez Valero a la hora del almuerzo. El de Alcalá de Henares, tras hacer sus dianas de cabeza, la primera en el minuto 2 y la segunda en el 78, fijó su mirada en la grada y señalando al sitio donde se encontraba su novia, con el brazo izquierdo extendido y el otro flexionado sobre su pecho, semejó que lanzaba dos flechas al más puro estilo del mítico Kiko Narváez. El gaditano celebraba sus goles flechando la gloria como el «pelirrojo» franjiverde lo hizo ayer en el que puede considerarse su mejor partido.

Dos flechas, que además de ser amorosas, también son reivindicativas y quisieron demostrar que pese a las críticas él confía en dar lo mejor de sí mismo en el Elche y cuenta con un entrenador que apuesta ciegamente en él.

Dos flechas que permiten mirar el futuro con optimismo tanto a nivel personal como colectivo. No hay que olvidar que sirvieron para que el Elche pusiera punto y final a nueve semanas y media sin ganar en su estadio, y para Álex, que disfrutará del sabor dulce de los goles. No marcaba en la Liga española desde el 5 mayo de 2013. Aquel día, con el Castilla, le hizo uno al Murcia desde el punto de penalti. Javi Jiménez era el portero. Su celebración fue muy diferente, también pareció reivindicativa. Se besó las dos muñecas y, luego hizo un gesto parecido al de un corte de manga, pero sin utilizar el corte, es decir, la mano izquierda hasta que llegó Cheryshev y se echó sobre él . Unas jornadas antes había hecho otros dos goles en un Castilla-Sporting (2-4).

A Álex Fernández le tocó ayer ser el héroe después de muchos partidos ejerciendo, a ojos del entorno, el papel de villano. Pero, el partido de ayer tuvo también otros protagonistas principales.

Alberto Toril supo anular el sistema táctico de Paco Herrera y el rombo del extremeño, sólo permitido para adultos, se convirtió en una película de niños. Tácticamente el cordobés le ganó la partida a su compañero de fatigas en el banquillo contrario. Supo contemporizar el balón cuando hizo falta, rompió las líneas de penetración del rival por el centro y, en las bandas, se hizo trizas a los de Pucela. Con un Luis Pérez veloz en incisivo por la derecha, formando un dúo ideal con un Pedro inmenso. Y una pareja de baile formada por Edu Albacar y Hervías, en la izquierda, también decisiva, no en vano dieron los pases de los dos goles del madrileño.

Todo ello, aderezado por un sistema defensivo que rozó la perfección. Por primera vez en el Martínez Valero se mantuvo la portería a cero y el Valladolid apenas llego al área franjiverde. El regreso de Armando, tras su larga lesión, ayudó a ello, dentro de un equipo muy solidario que se dejó la piel en el campo.

El Elche salió hecho un auténtico vendaval, a años luz de lo mostrado seis días antes en Soria. Nada más empezar Pedro tuvo la primera oportunidad y, en el minuto 2, Hervías puso un balón sobre el área y Álex Fernández remató de cabeza y mandó el balón dentro de la red.

Los ilicitanos todavía tuvieron otra ocasión para aumentar su cuenta. Nino encontró un hueco en la defensa pucelana, cedió el balón a Pedro, que intentó una vaselina que se le fue arriba.

Tras este arranque franjiverde el Valladolid quiso ser protagonista, pero apenas tuvo llegada al área de Juan Carlos, mientras que el Elche se tomó un respiro y supo cerrar bien las líneas de penetración rivales. El balón volvió a ser franjiverde y tanto Pedro, en dos ocasiones, como Edu Albacar, en la ejecución de una falta, pudieron dejar el partido visto para sentencia.

En el segundo período Herrera movió sus fichas, adelantó su línea de presión y metió al Elche en su campo. Fue un querer y no poder de los castellanos, ya que Juan Carlos vivió ese intento de resurrección visitante sin apenas sobresaltos. Hubo momentos en los que el Elche se equivocó regalando el balón al rival, cuando lo ideal, como había hecho en la primera parte, era marear al Valladolid a partir de ser el propietario del esférico. Es cierto que el rival apenas tuvo presencia en el área ilicitana, pero se jugó con fuego. Pedro, en otras dos ocasiones, pudo hacer el segundo, pero la gloria de ese gol estaba de nuevo reservada a Álex Fernández. En esta ocasión, Edu Albacar puso el balón en el área y, allí, el madrileño, de cabeza, envió el esférico fuera del alcance de Becerra.

Con el 2-0 el partido pareció cerrado, pero el Elche tuvo unos minutos en los que se dejó ir como ya lo hizo en su día ante el Nàstic y permitió que el Valladolid corriera con el balón. Faltaron las faltas tácticas y el cerrar el partido. Drazic pudo acortar distancias en dos ocasiones. Dejar que el rival se vuelva a meter en el partido no puede suceder y el equipo está obligado a estar centrado hasta el pitido final.