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Leyendas franjiverdes

El repartidor de lejía que se estrenó en Primera

José María fue el primer ilicitano en vestir la camiseta del Elche en la temporada 1964-65 en la máxima categoría

El repartidor de lejía que se estrenó en Primera

Desde el amanecer hasta el anochecer el silencio era profundo y reinaba en el llano de Altabix. La tensión se palpaba en el ambiente. Y todo porque solo unos pocos eran los elegidos y existía inquietud por conocerlos. Se esperaba el momento. Solo el viento irrumpía en los vetustos muros de un campo que aún es leyenda para los ilicitanos. Y todo porque los grandes ya hincaron sus rodillas frente a los bravos gladiadores franjiverdes. No se permitían cambios. Solo podían saltar al rectángulo de juego los más fornidos, tanto física como mentalmente. Y uno de ellos hizo historia: José María Fernández Tremiño.

Pudo ser un héroe muy famoso, pero pasó como anónimo. No obstante, es y será siempre una leyenda franjiverde. Se trata del primer jugador ilicitano en defender la elástica del Elche en Primera División. No fue Pazos ni Marcial ni tampoco Lico ni los Quirant. Fue José María.

Era la temporada 1964-65, el Elche ya estaba en Primera. El equipo se tenía que reforzar y el entrenador, Rosendo Hernández, era consciente de ello. Cardona se fue al Atlético de Madrid y la edad dejó fuera a Eulogio. Llegaron caras nuevas, pero el club consideraba que los jugadores de la cantera tenían que dar el paso hacia delante y, concretamente, se fijaron en dos juveniles: Marcial Pina y José María.

En la libreta de anotaciones del presidente, Manuel Martínez Valero, constaban esos dos nombres. Apenas se tenían referencias de ellos, porque no los había visto jugar porque estaba demasiado centrado en el primer equipo. No obstante, Rosendo Hernández sí había oído hablar de ellos. Ambos necesitaban hábitos y disciplina de futbolista profesional. Los subieron a un Seat 1400, el coche más innovador de la época, y los dejaron un mes concentrados en la Font Roja, en Alcoy. Solo ellos. Aire fresco, comida en abundancia y un preparador físico que les mandaba correr por aquellos senderos verdes que mostraban la grandeza de la naturaleza.

José María se formó en la selección del Frente de Juventudes de la OJE, siendo el entrenador Díez Iborra. Con 16 años recaló en el club de su ciudad natal, el Elche CF. Despuntó. Jugaba de interior y sus rivales le temían. Y no precisamente por su pasado, ni por su fama de buen comercial. Él se ganaba la vida vendiendo lejía sobre una bicicleta y después pasó a ser cortador de pieles, junto a su buen amigo y excompañero de juveniles Víctor Mula quien heredó las botas de Lezcano para poder entrenar.

Del fútbol no sacaba nada. Su única pasión era saltar al campo y disfrutar con sus botas embadurnadas de piel de tocino. «Me iba andando de una punta de Elche a otra, porque los entrenamientos eran en Altabix y yo residía por Carrús. Los entrenamientos eran al mediodía. Nada más terminar cogíamos el bocadillo y nos íbamos a trabajar porque no podíamos llegar tarde», recuerda.

Al comenzar la Liga en Primera División y el conjunto ilicitano le plantó cara a los grandes en Altabix. Lograron encadenar ocho encuentros consecutivas sin perder como local: Real Madrid (1-1), Las Palmas (2-0), Oviedo (2-0), Zaragoza (3-1), Barcelona (2-0), Deportivo de la Coruña (3-0), Levante (4-2) y Atlético de Madrid (1-0).

Llega su oportunidad

El equipo se resintió y Lezcano cayó lesionado. Mir también andaba tocado y era duda para la siguiente jornada ante el Español. La prensa se hizo eco de la noticia. Salta la sorpresa. Martim Francisco, nuevo entrenador del equipo ilicitano, miró hacia los jugadores que estaban entrenando ese lunes 11 de enero y señaló con el dedo índice al joven moreno de la cantera, José María. Al término de la sesión, el míster le dijo: «chaval, ¿estás preparado? El domingo sales tú de titular».

El canterano cumplió su sueño y, tal como le prometió el técnico, su nombre quedó estampado en la lista de convocados. Esta vez no se fue a la grada con Llompart. Debutó con el club de sus amores el 17 de enero de 1965 ante el Español de Kubala y Alfredo Di Stefano, en la décimo octava jornada de Liga. «Ese fue mi momento más especial de toda mi carrera. Me pusieron de extremo izquierdo, cuando mi posición natural era de interior, pero quería jugar de lo que fuera. Delante tenía a Romero y Marcial, por lo tanto no to no podía estar en mi posición. El entrenador encontró ese hueco para mí», recuerda mirando de reojo a su colega Víctor Mula, quien le acompaña en esta entrevista. Aunque insiste en que «me siento orgulloso porque soy de Elche y toda la vida he querido triunfar».

En la temporada 1964-1965 debutó en el Elche y dio con la victoria. El equipo derrotó a los periquitos y José María, además, contribuyó dando el pase a Romero para que hiciera el definitivo 2-1.

El chaval se lució y se preveía continuidad. La siguiente jornada era en el Santiago Bernabéu, contra el Real Madrid de los Zoco, Pirri, Gento, Amancio y Puskas. Pero lejos de cumplir ese sueño, José María se quedó fuera de la lista. La semana transcurrió con normalidad y con la motivación que supuso poner los pies en la máxima categoría. Sin embargo, el entrenador sufrió presiones, según José María, para que en su lugar jugase otro compañero. El ilicitano aún lo recuerda como si fuera ayer. «Una vez en los vestuarios no me vistieron. El entrenador me dijo que entre el presidente y un futbolista le propusieron que jugara un valenciano. Al entrenador le presionaron para que no jugara. ¡Salía hasta en la prensa nacional mi titularidad!, exclama. Además, sabía que en ese encuentro podía aportar grandes contribuciones: «el defensa que me hubiera tocado era Pachín. No era un jugador muy rápido y hubiese podido rematar seguro», dice con resignación.

Ahí terminó la trayectoria del joven ilicitano con la camiseta franjiverde porque, en la siguiente temporada, prefirió escuchar ofertas de otros clubes, entre ellas la del Betis, también de Primera. «El Elche me pidió 25.000 pesetas cuando sólo había cobrado 4.000 por la prima de la victoria ante el Español». Inició la pretemporada con el Betis pero acabó cedido al Cádiz, de Segunda División. Más tarde tomó rumbo al Logroñés, donde se asentó durante cinco campañas. Con la camiseta rojiblanca fue pichichi con 25 goles y segundo máximo goleador de la Segunda en la temporada 67-68.

En la recta final de su carrera jugó en el Villajoyosa, Yeclano y Eldense. Colgó las botas con 35 años. Ahora, cuando se le pregunta si tenía otras pasiones al margen de este deporte, José María, todavía sigue afirmando que «mi pasión siempre fue el fútbol. No había otra cosa que me entretuviera».

José María, al que muchos recuerdan como primer ilicitano en tocar la gloria, anhela todavía su etapa como futbolista y cuando hablas con él aún está dispuesto pegarle una patada al balón.

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