Un polaco, llamado Pawel, y, apellidado, Kieszek, amargó ayer el partido a los jugadores del Elche. El compatriota del exfranjiverde Przemyslaw Tyton se convirtió en un auténtico muro en el que chocaron una y otra vez los pupilos de Alberto Toril en el que fue el mejor encuentro de los locales. El empate a uno final no refleja los méritos de uno y otro equipo sobre el campo.

Hubo ocasiones de todo tipo para los franjiverdes, pero el meta que llegó a la ciudad califal del fútbol portugués se erigió en el salvador de su equipo. Pedro, Nino, Hervías y Pelayo tuvieron oportunidades para que el Elche sumara los tres puntos, pero, en esta ocasión, la efectividad de otras tardes pasó de largo y los ilicitanos se tuvieron que conformar con no perder el encuentro y marcharse a casa, al menos, con buenas sensaciones. No siempre el mejor gana y, el de ayer, es un buen ejemplo.

El resultado se quedó cortó, pero el equipo ilicitano demostró que está en el buen camino y que jugando de esta manera estará siempre más cerca de sumar de tres en tres.

Toril no sorprendió a nadie en su once inicial y puso sobre el campo a los mismos que ganaron en Zaragoza, con la única variante de Luis Pérez, en el lateral derecho, por el sancionado Rober. Álex y Dorca formaron el doble pivote, con Pelayo por delante, muy cerca de Nino.

El duelo, en su primera parte, resultó demasiado previsible. Ambos equipos salían desde atrás con el balón controlado, pero tratando de minimizar errores. Los franjiverdes llevaban el peso del partido, pero tratando de no dejar espacios atrás, mientras que los andaluces, esperaban que el Elche se equivocara para matarlo a continuación. El pulso resultaba igualado. Unos, los locales, querían, pero no estaban dispuestos a que su manta ofensiva le dejara al descubierto la retaguardia. Y, los otros, los cordobeses, se defendían sin muchos problemas y vivían sin muchos apuros bajo cubierto. Ambos tenían claro que debían hacer algo más para ganar, pero en su pizarra primaba inicialmente el 0-0.

En medio de ese arriesga tú, que a mí me da la risa, el Elche sacó fruto de una jugada a balón parado. Edu Albacar puso el esférico de manera magistral en el segundo palo y, allí, Pelegrín, lo empujó al fondo de la red. Era el minuto 39. El central corrió hasta el banquillo, cogió una camiseta en la que se podía leer «Va por ti Kata», en clara referencia a Emilio García, exfisioterapeuta del Elche CF, con el que coincidió en varios equipos, que fue encontrado ayer muerto en su domicilio de Finestrat.

De ahí, al descanso, el Elche pudo sentenciar el encuentro ante un Córdoba fue tocado y sin argumentos para frenar la avalancha. Nino y Pedro tuvieron dos mano a mano con Kieszek y no lograron meter el balón dentro. Luego, Pelayo y, de nuevo Pedro, estuvieron cerca de hacer el segundo, pero, en esta ocasión, faltó la efectividad de otros días.

Tras el descanso, el Elche siguió a lo suyo. Edu Albacar y Luis Pérez por sus bandas, junto a Pedro y Hervías, fueron abriendo huecos en la defensa rival una u otra vez. Nino, en dos oportunidades, y Pelayo, volvieron a estar cerca del gol, pero éste les volvió la espalda.

El segundo gol parecía que estaba al llegar. Se estaban haciendo las cosas bien para ello. Pero, el fútbol es muy caprichoso y mezquino en muchas ocasiones. Oltra, preparador del equipo califal, sacó al campo a Bergdich y a Piovaccari, con el fin de intentar la igualada. Ambos futbolista intervinieron en la jugada del empate en el 67. El marroquí puso el balón sobre el área y el italiano, lo cabeceó dentro de la red. El empate fue recibido como un puñal, pero el Elche no se vino abajo y siguió a lo suyo después de unos minutos de desazón e incertidumbre que el Córdoba no supo aprovechar.

La salida de Guillermo y Liberto pusieron más picante el ataque franjiverde. Pedro, en dos oportunidades, y Nino, en otras, volvieron a chocar con el polaco. El muro ya resultó infranqueable. Y cuando Guillermo, en el tiempo añadido y a la salida de un córner, empujó el esférico dentro, el árbitro anuló el gol al entender que el balón había hecho una parábola y se había ido fuera en el córner botado por Albacar.