Atrapado en el tiempo. Más de un aficionado franjiverde se vio ayer reflejado en la película norteamericana que bajo ese título, dirigió Harold Ramis y protagonizó el mítico Bill Murray. Phil Connors (Bill Murray), un meteorólogo algo frustrado, acude al pequeño pueblo de Punxsutawney cada 2 de febrero para retransmitir el comportamiento de una marmota que determina cuánto tiempo queda hasta que termine el invierno. Esta tradición local se conoce en esos lares como el Día de la Marmota. Lo que no imagina en bueno de Phil es que deberá pasar la noche en el pueblo debido a una tormenta de nieve y, a la mañana siguiente, misteriosamente volverá a vivir el mismo día. Y, así, sucesivamente.

Al seguidor del Elche le ocurre algo semejante. Vive inmerso en una auténtica pesadilla después de que en el verano de 2015 comprobara como su equipo era descendido a Segunda División en los despachos. Lo que unos jugadores honrados y un entrenador, como Fran Escribá, habían conseguido en el campo estalló en mil pedazos y la ilusión de muchos seguidores franjiverdes quedó truncada de por vida. Por menos de cinco millones de euros que había que afrontar a Hacienda en los plazos señalados, que no pusieron ni unos, ni tampoco los otros, el equipo ilicitano perdió la categoría. Resultó incomprensible esa situación y todavía nadie, con dos dedos de frente y con el único interés que el Elche CF, acierta a comprender cómo teniendo 30 millones ahí esperando por los derechos de televisión se dejó caer al equipo al pozo. Siempre he pensado que fue el fracaso de todo un pueblo. Unos por omisión y otro por acción, permitieron semejante afrenta.

Pero, a la mañana siguiente, metafóricamente hablando, parece repetirse la historia. Ayer fue un día de psiquiatra para los que aman al club ilicitano.

Primero, la empresa Skyline International, que resultó adjudicataria del crédito del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) por el 56,7% de las acciones del Elche, sale a la palestra mostrando su proyecto en un comunicado. Confía en que todo el embrollo que rodea al Elche se resuelva lo antes posible y, tratando de evitar entrar como un elefante en una cacharrería, toman el camino de en medio sin comprender que el aficionado de a pie ya solo quiere hechos. Le han contado tantas películas que ya no se cree nada.

Desean invertir en el Elche pero se han encontrado con que el IVF no lo tenía todo hecho como le decía y el actual consejo está dispuesto a morir con las botas puestas. En esa tesitura, sólo le queda esperar. Se le impidió la opción de que mostrara sus poderes notariales cuando se suspendió la subasta de las acciones de la Fundación y, ahora, debe ver desde la barrera cómo se resuelve todo o marcharse.

Y, en ese día de la marmota, para que no falte de nada, el consejo dice que no hay que pagar la sanción de Bruselas antes del 6 de noviembre, mientras que el banco del Consell insiste en que, si no se hace, el Elche entrará en una situación de liquidación. ¿Les suena a algo? Sí, al verano del 2015. Unos días se afirmaba que si no se pagaba antes de marzo el Elche se iba a Segunda, otros que había más plazo... Y todo terminó con el club franjiverde viviendo la mayor humillación de su historia. Me da la impresión de que aún puede ser mayor la afrenta en esta oportunidad. Ahora son cuatro millones. Atrapados en el tiempo.