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El Elche sufre mal de altura

La afición comienza a desesperarse al ver la falta de ambición y que Baraja no da el paso adelante

El Elche sufre mal de altura

El Elche se encuentra en su peor momento de la temporada, si nos atenemos a las sensaciones que desprende el equipo en los últimos duelos, después de sumar tres puntos de los quince últimos posibles. El equipo ha entrado en una espiral negativa y, en estos momentos, no sabe a qué carta quedarse, con Baraja cada día más cuestionado por una afición que exige un poco más y no duda en pitar cuando algo no le gusta.

Paradójicamente, a pesar de sus malos guarismos, esta jornada el Elche recortó un punto con relación al play off de ascenso a Primera Divisiónplay off ascenso Primera División. Lo tiene a tres, lo que demuestra que todavía todo es posible, mientras que el descenso sigue estando a trece.

Los números dejan la puerta abierta a todo en la recta final de la competición, pero preocupa, por encima de todo, que el equipo viva ahora momentos de zozobra en los que su juego especulativo no está teniendo, como hace un mes, el premio de los puntos. El entorno pedía un fútbol más ambicioso, pero los resultados le daban la razón al técnico. Pero, ahora, ni se juega como la grada desea, ni tampoco se suman los puntos deseados para luchar por todo en esta Liga.

El sábado, ante el colista Llagostera, Rubén Baraja apostó por una alineación más asociativa y el resultado tampoco fue el apetecido y pudieron verse las carencias de un grupo en el que sólo Sergio León es capaz de perforar las metas contrarias, máxime cuando a Nikos Vergos no se le da ni la opción de pisar el césped y presencia la mayoría de los partidos sentado en la grada.

Después de muchas jornadas, el técnico apostó ante la Llagostera por Espinosa por detrás de Sergio León, con el fin de que existiera un enlace entre el doble pivote y los hombres de arriba. Baraja siguió apostando por el dúo Pelayo y Mandi, como contrafuerte a una defensa donde Lolo volvió a ser central y se echó en falta al lesionado Armando, que daba solidez a una defensa ahora muy blanda, tanto por el centro, como por la banda de Álex Martínez.

El sábado la lesión de Pelayo desequilibró al equipo porque no se supo ubicar en su verdadero puesto a Cristaldo y se dejaron demasiados huecos al rival para que llegara con cierta facilidad al área de Javi Jiménez. Y si el joven futbolista argentino contó con su oportunidad, a partir del minuto 20, también la pudo tener Ilie para jugar desde el inicio, pero Baraja lo dejó en la grada. El catalán podría haber sido el hombre que cerrara el círculo, creando por delante de la defensa y, apoyando, por detrás a Espinosa, liberándolo de un esfuerzo que luego se paga cuando hay que decidir dentro del área, en los metros de la verdad.

El técnico tiró un poco de trilero, nos enseño a Espinosa en el sitio que deseábamos ver todos y donde más rinde el toledado, pero no quiso poner más creación en la medular, lo que obliga al primero a realizar demasiados kilómetros lejos del borde del área, donde es el único capaz de abrir huecos a los rivales. Basta con ver el gol de Sergio León para demostrarlo.

Es cierto que Espinosa debe involucrarse más en el juego, pero también hay que tener en cuenta que es un lujo no situarlo en la posición adecuada. En esta idea de asociarse más con el balón, pero con precauciones, el equipo volvió a quedarse a medias. «Ni chicha, ni limoná», como cantaba el chileno Vìctor Jara. Ni tuvo la llegada que se esperaba y cuando se acercó al área no se fue efectivo, ni tampoco se supo defender los contragolpes del rival.

Un equipo vulnerable

En esa dinámica puede llegarse a comprender las razones de por qué el equipo propone unos partidos sin que nada ocurra para intentar sentenciar con Sergio León. Aunque cueste reconocerlo, cuando el equipo deja espacios es vulnerable. De nada te sirve llegar como se hizo ante el Llagostera cinco veces por banda izquierda con Álex Moreno, si luego no se culminan las jugadas y a los rivales les dejan huecos para llegar a tu área. De ahí, que Rubén Baraja apueste más por el fútbol control que por el asociativo.

Ante el colista se quiso quitar ese corsé y se le notaron sus limitaciones, aunque, en su contra, también conviene señalar que el preparador castellano no fue todo lo ambicioso que puede serlo cuando no tiene encima la presión del descenso y se esté acariciando la permanencia.

Baraja vive obsesionado con ello y prueba de ello es que en la sala de Prensa no tuvo ningún rubor en señalar que lo que menos le había gustado del equipo fue el descontrol que hubo tras el empate a uno. Una mentalidad muy alejada de la de Oriol Alsina, técnico de la Llagostera, que vio así el partido tras el 1-1. «El empate, en el minuto 85, cuando el Elche apenas estaba llegando, fue un mazazo importante, pero nos sobrepusimos y fuimos a por el partido. Provocamos alguna situación de riesgo en defensa, pero a los puntos habríamos ganado porque generamos tres ocasiones muy claras». El técnico catalán sabe que sin arriesgar no escapa de abajo y quizás, Baraja debería pensar que si no lo hace su equipo, el play off será una quimera. Está tan obsesionado con los 50 puntos que lo demás no lo valora.

Oportunidad

El nivel de la Liga Adelante es muy parejo, jornada tras jornada puede comprobarse, pero quizás al Elche le falte dar un paso al frente y jugársela a una carta. Ser un equipo más osado, sin tanto miedo, y apostar por crecer alrededor del balón. La permanencia está muy cerca y con esa red quizás sería el momento de jugársela, de salir todos los partidos lanzados a por el triunfo, sin los miedos actuales.

Es cierto, como mucha gente piensa, que no hay equipo para arrasar. Basta coger una foto del once que logró el ascenso a Primera División con Fran Escribá y compararlo con el actual para darse cuenta que aquel equipo era muy superior.

Muchos de los futbolistas que son titulares ahora llevan varios años sin jugar de forma de titulares y eso se nota. Además, este grupo no hizo pretemporada y ahora se puede sufrir. De hecho, el sábado muchos de sus jugadores apenas tenían fuerzas para volver cuando el rival atacaba.

Además, Mallorca o Valladolid, por poner algunos ejemplos, han tirado la casa por la ventana en el mercado de invierno y el Elche no ha tenido esa posibilidad.

Todo esto es cierto, pero la afición se quedó con el juego desarrollado en el inicio liguero y quiere volver a ver ese tipo de fútbol. Se merece una alegría después de meses de sufrimiento en el plano institucional. Baraja tiene en su mano la oportunidad de dar el golpe en la mesa, de convencer a sus futbolistas que hay que aprovechar la ocasión que facilita una competición en un equipo valiente como el Leganés que va de líder. Con todas las limitaciones, Ramón Planes le ha hecho un bonito equipo. Es cuestión de aprovecharlo.

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