Pese al descenso administrativo a Segunda, pese a fichar jugadores de saldo que otros desprecian, pese a la ruina económica de la entidad que le ha obligado a entrar en concurso de acreedores, el Elche Club de Fútbol sigue siendo aquel oscuro objeto de deseo. Es verdad que la marca tiene un potencial -sobre todo sentimental- como confirma una afición que se vuelca con el equipo incluso en épocas de vacas flacas. No en vano, -la verdad que no sé si el Eibar puede decir lo mismo, por poner un ejemplo- la entidad ya va por los 10.000 abonados pese a haber pasado de la gloria a la cruda realidad. Además, son así los aficionados, hay gran optimismo en la hinchada porque contra la Ponferradina se jugó bien, muy bien, aunque falló el portero. Menos mal que el Bayer está en Primera y en Alemania...y es que aquí nos conformamos con muy poco para ser felices. Lo que no entiendo, lo que no acabo de ver, es la intención de algunos de intentar pactar con el diablo, es decir, con personas afines al anterior presidente, para llevar las riendas del equipo. ¿Es que no hay más opciones? ¿No me digan que hemos cambiado todo para no cambiar nada? El Elche necesita, ante todo, gente honrada que quiera dejar no sólo su dinero, sino toda su ilusión por este club. No es posible caer en los mismos errores, en el mismo oscurantismo y falta de transparencia para que un grupito de señores siga dirigiendo el Elche desde la sombra, como si aquí no hubiera pasado nada. Somos, perdonen por el apunte, el único club que ha descendido de Primera a Segunda en los despachos. Unos campeones del trapicheo y del engaño. La entidad necesita una candidatura que no tenga ni que pactar ni que ver nada con la directiva anterior. Necesitamos ante todo seriedad, transparencia y un equipo directivo mentalizado en cambiar las estructuras de un club que no merece sufrir lo que ha sufrido estos meses. El Elche es la mejor marca de la ciudad. Cuidémosla y alejémosla de medradores indeseables que sólo pretenden perpetuar su poder aunque para ello jueguen con la ilusión y los sentimientos de todos los ilicitanos.