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Datos provinciales

Más de 500 bares y restaurantes continúan cerrados en la provincia tras la cuarentena

A finales de junio eran cerca de 2.000 los establecimientos que no habían abierto

El local «Na que beer», en Benidorm, no ha abierto por las restricciones de los aforos. david revenga

Tras el confinamiento, las terrazas de establecimientos hosteleros comenzaron a llenarse de clientes, aunque con el imperativo de las restricciones de aforo y los protocolos sanitarios y de seguridad. Una imagen que, después de tres meses de cuarentena, gustaba ver, incluso, a quien no estaba sentado en las terrazas de las cafeterías. Y día tras día, los negocios se iban animando. «En el mes de julio repuntó algo la afluencia de clientes a los bares, sobre todo nacionales, y un poco más en agosto», según cuentan desde la Asociación Provincial de Hostelería de Alicante, su presidenta y la secretaria general, Mar Valera y Emilia Ortiz, respectivamente. Pero esa imagen que dio esperanza a los propios hosteleros no oculta que «el negocio esta temporada está flojo», añade Valera. Y tampoco esconde la realidad de esos otros propietarios de bares o restaurantes que, finalmente, no han abierto sus locales este verano «porque no nos compensaba», admite José, que regenta un bar de copas en Benidorm cerrado desde el mes de marzo.

En similares situaciones a las de José se encontrarían ahora más de 500 bares y restaurantes en la provincia, según la estimación de la asociación provincial. Esta cifra es muy inferior a la de los casi 2.000 negocios que aún mantenían sus persianas bajadas a principios de agosto, según se desprende de la encuesta de la Federación Española de Empresas de Distribución a Hostelería y Restauración (Fedishoreca), que agrupa a empresas que distribuyen a estos establecimientos las bebidas y alimentos sólidos que venden. El estudio señala que en la Comunidad sigue abierto el 86,2% de los negocios, lo que supone que el 13,8% restante está cerrado. El último censo publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de bares y restaurantes que hay en la provincia es, aproximadamente, de 14.330, por lo que el 13,8% que aún no habría abierto supone que más de 1.900 locales tienen la persiana bajada. Esta encuesta, adelantada en su momento por El Economista, se realizó del 27 de julio al 2 de agosto, pero desde la asociación sectorial alicantina insisten en rebajar esa cifra a poco más de 500 los establecimientos aún cerrados y en situar el dato que arroja la encuesta de Fedishoreca al escenario de finales de junio.

¿Por qué no abren estos locales? «Porque no tienen ingresos suficientes por el descenso de la afluencia de clientes, de turistas internacionales y por las restricciones», apunta Pablo González, del establecimiento La Andaluza, de Benidorm, y, a su vez, presidente de Cobreca, que asocia a los bares y restaurantes de la ciudad turística. González, que sí tiene su local abierto, asegura que en julio, el negocio cayó un 40% con respecto al año anterior y un poco menos en agosto, un 35%. «Y todo con turismo nacional, porque los británicos no han aparecido», dice. Pese a estar abiertos muchos locales, los datos económicos de Fedishoreca no son halagüeños. En el caso de la Comunidad Valenciana, los locales de hostelería han reducido la facturación en una cuarta parte, hasta solo el 75,2%, su volumen de ingresos. Porcentaje igual a la media estatal.

Incidentes por las mascarillas

Desde la asociación alicantina apelan a la responsabilidad individual. Cuentan que ha habido casos de personas que se han negado a ponerse la mascarilla o a usar el hidrogel antes de entrar al local. «Una situación molesta para los dueños del restaurante porque no pueden servirles y porque, a veces, los clientes no atienden en ningún caso a razones y culpan al establecimiento», según explica Emilia Ortiz.

«Iba a abrir un espacio Chill out con piscina, pero he tenido que posponerlo»

José es un joven de 34 años que hace poco más de un año comenzó a regentar un bar de copas en Benidorm. El local, «Na que beer», había visto deteriorada su marca, pero este joven emprendedor, que también trabaja en el mundo de la automoción, logró aumentar la facturación un 150% y «en diciembre, pude amortizar un 30% de la deuda atrasada». El problema vino con el estado de alarma y el confinamiento. A bares y restaurantes les obligaron a cerrar por la situación excepcional. Pero cuando en la desescalada se permitió la reapertura, el empresario hizo números y vio que no le compensaba abrir. El aforo de su bar se limitaba a 17 personas, cuando antes podían estar 50 y, además, no tenía terraza porque la vía pública donde la instalaría tiene menos de tres metros. «Y, ahora, lo que demanda todo el mundo son las terrazas», explica. Así, se ha volcado en el trabajo de la automoción. Y con lástima relata que no ha podido abrir un espacio «chill out» con piscina que tenía previsto inaugurar este verano. «En esta situación no podía meterme en esa inversión», subraya. Pablo González, de La Andaluza, de Benidorm, no se quiere imaginar «cómo estará la ciudad en invierno».

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