La catedrática Carmen Herrero alerta de las graves consecuencias que el confinamiento puede tener sobre toda una generación de niños y adolescentes de las clases más bajas. Según recuerda, la escuela es el «ascensor social más potente que existe», uno de los mecanismos que más contribuye a fomentar la equidad y que permite salir de la pobreza. Sin embargo, el confinamiento ha abierto una nueva brecha entre aquellos estudiantes de familias más acomodadas y los procedentes de ambientes más deprimidos al obligar a seguir las clases de forma online como única alternativa. Una opción que no está al alcance de muchas familias, que no disponían ni de los ordenadores ni las tablets necesarios, ni tampoco de las conexiones a internet en condiciones. «En los últimos años se ha hablado mucho de la pobreza energética (la que afecta a las familias que no pueden pagar recibos básicos, como el de la luz), pero ahora hemos visto que existe también una pobreza digital, que en estas condiciones puede afectar, y mucho, al futuro de muchos jóvenes», se lamenta la especialista en temas de desigualdad.

En este sentido, también recuerda que las familias con menos recursos suelen vivir también en viviendas más pequeñas, donde «resulta más difícil aislarse para seguir una clase o para estudiar. Si no se vuelve pronto a clase, las diferencias aumentarán», pronostica la catedrática.