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La nueva industria sanitaria: de la urgencia a la sofisticación

Las mascarillas cosidas a mano durante el confinamiento dan paso a plantas automatizadas

Una de las líneas de producción de la alcoyana Nirvel. información

Cuando el estallido de la pandemia de covid-19 hizo patente la falta de todo tipo de material sanitario, se desató una ola de solidaridad que llevó a muchas empresas y particulares a lanzarse a coser mascarillas y batas de protección, o a imprimir pantallas faciales. Rápidamente, muchos vieron en esta demanda de productos sanitarios una oportunidad y, en lo que supuso un caso de reconversión en tiempo récord, empezaron a fabricarlos de forma industrial. Ahora, tras la urgencia de aquellos primeros días, buena parte de estas empresas han decidido mantener su apuesta y buscan la manera de afianzarse en el mercado con el desarrollo de nuevos productos más sofisticados o nuevas inversiones en tecnología que las hagan más competitivas para hacer frente a los grandes productores asiáticos.

«Ha habido una evolución muy importante en muy poco tiempo. Se está profesionalizando toda la cadena de producción y las empresas ven claramente que puede ser una línea de negocio más, que les ha ayudado a mantener la actividad en el confinamiento, y ahora les va a ayudar a diversificar sus ingresos», explica Héctor Torrente, el director la Asociación de Empresarios de Ibi (IBIAE), donde se concentra buena parte de la industria juguetera y de inyección de plástico de la provincia, una de las primeras en dar el salto. «Tras el arranque, ahora lo que se busca es dar algún valor añadido. Por ejemplo, se hacen mascarillas personalizadas o se han mejorado las pantallas faciales», señala Torrente.

Del ERTE a contratar

La propia IBIAE desarrolló moldes de pantallas faciales que, tras cumplir su función solidaria, subastó entre empresas de la zona. Ecotermoplásticos fue una de las que se hicieron con uno de ellos y supone todo un ejemplo de la transformación que ha propiciado la pandemia. Dedicada a la inyección de plástico, la mayor parte de su producción se destinaba al sector automovilístico, en concreto, a fabricar salpicaderos y laterales de puertas. La caída de la actividad en las factorías de coches había obligado a la compañía a aplicar un ERTE a finales del pasado año, según explica su directora comercial, Fina Díaz, por lo que, cuando vieron la oportunidad, decidieron aprovecharla. Desde entonces ya han colocado en el mercado -venden incluso a través de Amazon- más de 150.000 pantallas, que se han encargado de mejorar añadiendo elementos de confort, como una goma ajustable o un añadido de gomaespuma que reduce la presión en la frente.

Pero la cosa no ha quedado ahí. La empresa también ha disparado su producción de dispensadores para jabón o gel -«antes sacábamos un camión al mes y ahora hacemos tres o cuatro por semana», señala Díaz-, donde ha desarrollado una línea de dispensadores electrónicos, cuyos componentes se fabrican por completo en la zona. Además, la casualidad quiso que la llegada del covid-19 sorprendiera a la empresa cuando acababa de desarrollar su primer producto propio, una escobilla para el wc desechable, de un solo uso. «Lo pensamos para las 'amenities' de los hoteles, pero con la enfermedad lo estamos vendiendo a hospitales y todo tipo de centros», explica la ejecutiva de Ecotermoplásticos. Del ERTE ya ni se acuerdan y la compañía ha tenido que reforzar su plantilla, que ha pasado de tener 14 trabajadores a contar con 20.

Otro de los sectores que ha salido reforzado es el dedicado a la cosmética o, por ejemplo, la puericultura, como es el caso de Suavinex. La firma de la familia Lubián acaba de lanzar al mercado una línea de mascarillas reutilizables homologadas y con diseños divertidos para los niños a partir de tres años y para sus padres. Además, ha creado toda una nueva línea de higienizantes que van más allá de gel hidroalcohólico y que incluyen, por ejemplo, toallitas con clorhexidina y benzalcoino.

Desde la gripe A

En Alcoy, Korott estudia también desarrollar nuevas líneas de geles hidroalcohólicos que incorporen algún otro elemento de valor añadido, algo que, por ejemplo, ya ha hecho Nirvel. La compañía de la familia Vaquer, que distribuye sus productos de cosmética y de cuidado para el cabello principalmente a clientes profesionales -peluquerías y centros de estética-, tenía en su catálogo el gel hidroalcohólico desde hace años, específicamente, desde que estalló la gripe A, hace ya más de una década, según explica la CEO de la firma, Consuelo Vaquer. «Lo teníamos en el portfolio, pero la verdad es que no tenía mucha demanda, hasta que llegó el covid-19 y lo rescatamos», señala la ejecutiva. Gracias a eso y a que algunos de sus mercados internacionales se mantuvieron abiertos, como Rusia, la firma no tuvo que recurrir a un ERTE.

Aunque tienen claro que su negocio principal seguirá siendo la cosmética y los productos para el cuidado para el cabello, en Nirvel creen que seguirá habiendo mercado para los higienizantes, siempre que incorporen algo más. Así, en su caso, han desarrollado un «cremigel» que, además del alcohol, incorpora ingrediente como leche de almendras o glicerina para proteger la piel y evitar la sequedad que produce el uso frecuente de estos productos desinfectantes.

En otras ocasiones, la innovación ha llegado por la vía del envase. En plena pandemia, muchos fabricantes se encontraron con problemas para encontrar suministros de válvulas dosificadoras para sus pulverizadores y, al mismo tiempo, la multiplicación del uso de todo tipo de productos de limpieza puso en evidencia el problema medioambiental que podían ocasionar todas las botellas de plástico que se estaban empleando. «Lo que hicimos fue desarrollar un envase reutilizable, donde lo que haces es cambiar la carga, que viene en una bolsa, que se introduce lateralmente», explica Martín Minaya, de Comercial Minaya. De esta forma, se reutiliza el pulverizador, se reducen los residuos y no hay que estar rellenando botellas -que sería la otra opción-, algo que suele desaconsejarse cuando se manejan productos químicos, «que deben estar siempre debidamente etiquetados», señala Minaya, que ya distribuye este sistema a grandes cadenas de tiendas deportivas y otras empresas con las que trabaja.

Plan estratégico

Pero, sin duda, si un sector ha apostado decididamente por aprovechar las oportunidades surgidas en esta crisis ése ha sido el textil. Según las últimas cifras que aporta la patronal autonómica del ramo, Ateval, ya son cerca de 90 las empresas de la Comunidad Valenciana que están produciendo textil sanitario y con la intención clara de seguir. «Es una gran oportunidad para diversificar el negocio y desde la asociación vamos a trabajar duro para que se consolide», asegura la directora comercial de la organización, Leila Bachetarzi.

Ateval reaccionó rápidamente creando una plataforma online para poner en contacto a estos nuevos fabricantes con los compradores -Productosemergencias.com-, que se ha convertido en el portal de referencia a nivel nacional, con un millar de visitas diarias. Pero, además, ya está desarrollando un plan estratégico, comercial y de márketing para el textil sanitario. Un proyecto en el que tiene el apoyo de la Conselleria de Economía Sostenible, cuyo titular, Rafa Climent, ya ha anunciado que quiere impulsar un gran cluster sanitario en la Comunidad Valenciana que consolide esta industria y aglutine también todo tipo de servicios relacionados con la salud.

La ventana de oportunidad que ha abierto este auge de los suministros sanitarios ha llevado a que también firmas que no tienen nada que ver con el negocio hayan decidido apostar por él. Es el caso de la ilicitana Ferrotall, que en apenas dos meses ha puesto en marcha una fábrica de mascarillas homologadas por la Agencia Española del Medicamento, completamente mecanizada, que ya produce cerca de 180.000 unidades diarias. «Es un sector muy interesante y, con la tecnología adecuada, y siempre que se apliquen las mismas exigencias para todos -en referencia a las importaciones asiáticas-, podemos ser muy competitivos», asegura su presidente, Manuel Fernández, que ya explora otras posibles vías de negocio, como los respiradores.

Algo más escéptico se muestra el presidente de la Asociación Empresarial de Biotecnología de Alicante

(AEBA), Andrés Antón, que recalca que el quiera mantenerse «va a tener que apostar mucho por la innovación» para competir con los precios de fuera. De momento, en su sector el incremento de trabajo estos meses ha sido más que notable. Su propia empresa, Bioarray, especializada en análisis de genética reproductiva, ha trabajado duro estos meses en la realización de test para detectar el covid-19 para distintos centros sanitarios, pero cree que se trata de una línea negocio con fecha de caducidad: cuando se encuentre la vacuna.

Tests para aeropuertos

Más optimista se muestra el director de Genetic PCR Solutions (GPS), Antonio Martínez-Murcia, que fue una de las primeras firmas, ya en el mes de enero, en desarrollar un test PCR para la detección de covid-19. Desde entonces han producido uno 15.000 kits, cada uno con unas 100 pruebas, lo que supone 1,5 millones de tests. Durante el estado de alarma estuvieron intervenidos y tuvieron que poner sus recursos a disposición del Gobierno. A diferencia del anterior, Martínez-Murcia aún ve mucho recorrido y prepara ya nuevos proyectos, como uno para facilitar la realización de los análisis en los aeropuertos. Son las oportunidades que surgen de la crisis.

Los empresarios piden rapidez en las ayudas y acceso a licitaciones

Para la mayoría de las empresas, la reconversión de una parte de su producción al sector de suministros sanitarios ha supuesto inversiones para adecuar sus instalaciones. Unas inversiones que han realizado «a pulmón» aunque con la esperanza de recibir alguna de las ayudas que han aprobado, tanto la Generalitat, como el Gobierno. El Ejecutivo autonómico, a través del Ivace, lanzó una línea con cinco millones de presupuesto que, en el caso de las pymes, puede cubrir hasta el 45% del gasto realizado. El plazo se cerró con 117 solicitudes, que aún no se han resuelto. Por su parte, el Ministerio de Ciencia, a través del CDTI, lanzó otra línea con 12 millones, donde se puede recuperar hasta el 80% de la inversión, pero aquí las empresas deben competir con los institutos tecnológicos y centros de investigación, por lo que lo tienen difícil, según las fuentes consultadas. Por su parte, existe una tercera línea del Ministerio de Industria con 11 millones de presupuesto, pero que exige tener homologación de la Agencias del Medicamento o marcado CE, lo que elimina a los que sólo fabrican mascarillas higiénicas.

En este sentido, desde la patronal CEV recuerdan que «el momento de convertir la crisis del covid-19 en oportunidad es ahora», por lo que considera «primordial que la industria reconvertida para ayudar en la crisis reciba todo el apoyo posible», y reclaman rapidez en la concesión de las ayudas. Por su parte, desde IBIAE consideran que, incluso antes que las ayudas, lo que necesitaría el sector es mayor agilidad en la tramitación de las homologaciones y toda la burocracia que conlleva el lanzamiento de nuevos productos al mercado.

Igualmente, el presidente de Ferrotall, Manuel Fernández, o el responsable de GPS, Antonio Martínez-Murcia, piden a la Administración que facilite la participación de las pymes nacionales en los concursos públicos para suministro de material. El último organizado por Sanidad -que tuvo que suspenderse- exigía solvencias de cientos de millones a los licitadores, que ninguna empresa española podía cumplir.

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