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El futuro de los sectores económicos

El helado se encomienda a la demanda nacional y al tiempo para salvar el año

El confinamiento disparó el consumo en casa, lo que benefició a la industria y a las heladerías que optaron por repartir. La contratación se reducirá un 20% este verano

El obrador de helado artesanal de La Ibense, en el Pla de la Vallonga de Alicante. alex domínguez

Al igual que ocurrió con el turismo, la llegada del covid-19 sorprendió al sector heladero cuando estaba a punto de arrancar la temporada que, a pesar de los múltiples intentos de todo tipo por desestacionalizar el negocio, se sigue concentrando entre los meses de marzo y octubre. El decreto del estado de alarma, la pérdida de la Semana Santa y la suspensión de la práctica totalidad de las fiestas -desde las Fallas a las Hogueras, pasando por los Moros y Cristianos de muchas poblaciones-, han supuesto un duro golpe para los establecimientos de venta al público, mientras que la industria y los locales que supieron reaccionar a tiempo y pusieron en marcha servicios de reparto a domicilio se han beneficiado del aumento del consumo en los hogares que ha conllevado el confinamiento.

Con la desescalada y la recuperación de la vida callejera en las ciudades, la situación ha empezado a normalizarse, pero los heladeros siguen sin tener claro cómo será el verano. Por un lado, el menor volumen de turistas internacionales que se prevé supondrá un lastre para el negocio, aunque el hecho de que, a cambio, puedan llegar más visitantes nacionales y que los locales viajen menos podría compensar esa merma. En cualquier caso, como apunta el presidente de la Asociación Nacional de Heladeros Artesanos (Anhcea), Marco Miquel, todo dependerá, como siempre, «de la climatología: si hace calor, las cifras serán aceptables».

De momento, esta organización, que en la provincia agrupa a unos 400 establecimientos, calcula que el cierre forzoso de esta primavera ya ha costado a los locales entre 20% y un 30% de la facturación de todo el año, «porque son ventas que ya no se van a recuperar». Y lo peor, como reconoce Miquel, son las repercusiones que esta merma y la incertidumbre sobre la evolución del verano van a tener en las plantillas. Así, el presidente de los heladeros artesanos estima que las contrataciones habituales para reforzar el personal que se realizan durante la temporada alta se recortarán este ejercicio alrededor de un 20%, «por el miedo que existe».

Directo a casa

Para compensar la imposibilidad de que los clientes se acercaran hasta la heladería, muchos locales han optado por repartir a domicilio, con bastante éxito. Es el caso de Heladería Alboraya, en La Vila, que aprovechó la infraestructura que ya tenía para la distribución de sus productos a cafeterías y restaurantes de toda la comarca para ofrecer esta oportunidad a los clientes particulares. Su responsable, Miguel Ángel Verdú, asegura que la avalancha de pedidos compensó la falta de ventas en el establecimiento físico. «Hubo acaparamiento, como pasó en los supermercados. La gente llamaba y nos hacía pedidos enormes. Les preguntábamos si eran para nueve o diez personas, por el volumen que demandaban, y nos contestaban que eran cuatro en la familia», recuerda el heladero.

No obstante, aunque los ingresos por esta vía atenuaron la falta de venta en las heladerías, no fueron suficientes para compensar la caída que sufrió la otra pata del negocio, es decir, la distribución de las cremas y granizados a otros locales. «Los bares y restaurantes están tardando más en recuperarse, sobre todo en esta zona -muchos de sus clientes son negocios de Benidorm, Finestrat y el resto de la comarca, eminentemente turística- y ya hay algunos que nos han dicho que no van a abrir», explica Verdú.

Sea como fuere, quienes han probado suerte con el reparto a domicilio tienen en su mente mantener el servicio. «Está claro que va a ser una opción de venta más. Es una tendencia general, los consumidores demandan cada vez más todo tipo de productos para que se los lleven a casa», señala Mario Masiá, de Masiá Heladeros Artesanos, en San Vicente, que negocia con Glovo para ofrecer esta posibilidad a través de su plataforma. Como sus compañeros, ve complicado compensar las pérdidas de los pasados meses -que, en su caso, calcula en un 30%- alargando la temporada en otoño. «Aquí no tenemos la cultura de los países nórdicos. Aquí se necesita que haya sol, haga 30 grados y que no haga viento para que nos apetezca un helado», se lamenta.

«Somos como los agricultores, siempre estamos pendientes del cielo. En casa ya saben que, cuando dan la previsión del tiempo, hay que callarse», corrobora el propietario de La Ibense Gisbert, José Luis Gisbert. De momento, asegura que no pueden quejarse de cómo está yendo la desescalada. «Se nota que la gente tenía ganas de salir y tomarse lo que fuera en las terrazas. Ahora mismo las ventas en el local están incluso algo por encima de lo que sería normal», señala el empresario. Como en el caso de sus compañeros, lo que más flojea es el negocio de servir a otros establecimientos.

Más venta en el supermercado

Frente al golpe que han sufrido los pequeños establecimientos, la situación de los grandes fabricantes ha sido algo mejor durante los meses de confinamiento, gracias al aumento de la demanda de estos productos que se ha producido en los supermercados. Así, según datos de la consultora Kantar las ventas de helados en la gran distribución se llegaron a disparar más de un 200% durante el estado de alarma, como también ocurrió con otros dulces. Lo corrobora el CEO de Grupo Alacant, Joaquín Lancis, donde han mantenido la producción en todo momento, lo que también ha permitido mantener a toda la plantilla. «Es cierto que la operación de carga de los supermercados se retrasó algo, ya que coincidió con el inicio de la pandemia y en ese momento la prioridad de las cadenas eran otros productos, pero a partir del 15 de abril se disparó la demanda», señala el principal proveedor de helados de Mercadona, que calcula que a final de año logrará repetir, con pocas variaciones, la cifra de ventas de 2019, «aunque no los beneficios», según aclara el ejecutivo.

El motivo es el cambio en la composición de esas ventas, ya que, aunque distribuyan más en los supermercados, la firma de San Vicente también acusa la caída de pedidos por parte de la restauración, que suelen demandar productos con mayor margen. Algo a lo que se tendrán que adaptar ya que, como recuerda Lancis, en la anterior crisis económica ya hubo un trasvase de parte del consumo de helados de la calle a los hogares, por lo que cree que la tendencia se va a mantener.

Más allá del lugar donde se consuma, otra de las tendencias que todos los consultados creen que se consolidará es la de buscar helados más saludables, lo que pasa por reducir su cantidad de grasa o de azúcar. Aunque los sabores que más se venden siguen siendo los de siempre -chocolate, vainilla, mantecado y turrón- muchos heladeros están modificando sus fórmulas para adaptarlos a las nuevas demandas de los consumidores, según explica el presidente de Anhcea, Marco Miquel. «Se utiliza menos azúcar, se sustituye la leche de vaca por otras vegetales, se busca que no tengan gluten», señala el heladero, que apunta que, frente a la proliferación de productos «sin» de los últimos años, ahora lo que se quiere es «uno solo, apto para todos los clientes».

Esta tendencia «healthy» también está cada vez más presente en la industria, como prueba la nueva receta de helados a base de proteína de altramuz, completamente veganos, que ha empezado a comercializar Grupo Alacant esta primavera, tras adquirir el año pasado las formulaciones a una firma húngara. En este sentido, el CEO de la compañía, Joaquín Lancis, también pone el ejemplo del cada vez mayor porcentaje de fruta que contienen algunos de sus productos -«tenemos helados con un 65%», apunta-, al tiempo que anuncia que la firma está realizando prototipos de helados de verduras. Novedades que van más en sintonía con lo que reclaman las nuevas generaciones de consumidores que, por ejemplo, también empujan para que el sector mejore su sostenibilidad y se sustituyan los envases de plástico de un solo uso por otros de cartón, más ecológicos.

Eso sí, junto con esta tendencia saludable, también se siguen reforzando las gamas de lo que se denomina en el sector «helados de indulgencia», que son aquellas cremas de sabores más intensos y más calóricos, que se consumen por puro placer. Al final, helados hay para todos los gustos.

Casi tres kilos de helado por persona cada año

Casi tres kilos de helado por persona cada añoDe acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, referidos al ejercicio de 2018, los españoles consumen alrededor de 133.000 toneladas de helado cada año, lo que supone una media de casi tres kilos por habitante. A pesar de los esfuerzos del sector por desestacionalizar el negocio, lo cierto es que las ventas se siguen concentrando mayoritariamente en verano. Así, de acuerdo con los datos del Gobierno, hasta el 58,7% de la facturación se concentra entre los meses de junio y agosto. Por su parte, septiembre supone otro 10,4% y mayo, el 9,4%. En cuanto al perfil de los compradores, la franja que va de los 60 a los 75 años supone la que mayor número de consumiciones de helados realiza, frente a los jóvenes de 20 a 24 años, que son los que menos toman este alimento.

En cuanto a los datos del sector, la Asociación Nacional de Heladeros Artesano (Anhcea) cuenta en la provincia con unos 400 asociados que, además de sus propios establecimientos, distribuyen para restaurantes y cafeterías. La provincia también cuenta con uno de los mayores fabricantes de España, Grupo Alacant, con 91,5 millones de facturación, y con el principal centro de producción de La Jijonenca, cuya sede social está en Cataluña.

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